Vida de perros

La Generala sí tiene quien le escriba

Esta pasada semana nos hemos encontrado una vez más con uno de esos comunicados gloriosos del PP local –no sé si se trata de la necesidad de lanzar periódicamente una piedrecita contra el equipo de gobierno– con el fin de sentirse útil y vivo más que para alcanzar una victoria por desgaste; o si se trata de una consigna perteneciente a alguna estrategia estatal para apartar miradas de las declaraciones de Correa, o si se hace para meter miedo con aquello de “que vienen los nacionalistas”. En cualquier caso no creo que a estas alturas de la película al Partido Popular le interese hablar de las amistades de cualquier otro partido político, por mucho que sean de la paja en el ojo ajeno.
Pero centrándonos en el tema de esta Vida de Perros me gustaría hablar del asunto de los contenedores de material reciclado. Unas apariciones que posiblemente no tengan nada que ver con la cada vez más exitosa y necesaria Semana de la Movilidad ni con las suaves quejas de nuestros partidos en la oposición. El caso es que la espontánea aparición de unos contenedores en la zona centro robando dos o tres aparcamientos de la zona azul ha suscitado todo tipo de suspicacias. Al parecer según las últimas informaciones tal ubicación no es definitiva y los contenedores se materializaron allí porque en algún lugar debían hacerlo, aunque pronto encontrarán su lugar en este mundo.

Pero más allá de nuestra milla verde también hay vida y también han surgido contenedores en lugares más que insospechados. Y si por ejemplo por mi parte ya he manifestado mi descontento con la recogida de contenedores situados en itinerarios escolares durante la entrada de escolares a los centros educativos (balanceándose graciosamente mientras niñas y niños circulan por las estrechas aceras y los vehículos esperan en cola pacientemente tensos), resulta que han aparecido dos nuevos puntos con contenedores en dicho itinerario. Dos contenedores apenas cincuenta metros del actual punto de reciclaje, en el cruce de la calle San Fernando con Independencia, justo en al final de la acera, impidiendo la visibilidad en el cruce. Dos más unas esquinas más allá, a poco menos de cien metros, recordándonos insistentemente la importancia del reciclaje, o sobrevalorando nuestro consumo y nuestra capacidad de reciclar en esta zona de la ciudad.

El caso es que reconozco no haber realizado un recorrido más exhaustivo en busca de nuevos puntos de reciclaje como quien busca pokemon, pero en lo poco que he visto podría señalar en el mapa cuatro espacios con contenedores que rodearían un perímetro de ocho manzanas. Un poco exagerado, pienso. A no ser que al igual que los aparecidos en la calle Joaquín María López hayan sido ubicados temporalmente, a la espera de un destino definitivo. Una idea con la que no consigo simpatizar puesto que entiendo que la lógica pide primero un emplazamiento razonado que tenga en cuenta las particularidades de la calle y las necesidades vecinales, y más tarde el depósito de los contenedores –ahorrándonos de este modo mover dos veces estos voluminosos objetos–. No lo sé, quizás porque no es responsabilidad mía, quizás porque no he estudiado para eso.

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