Abandonad toda esperanza

La rebelión de los clásicos

Abandonad toda esperanza, salmo 644º
Por una vez aparco la costumbre de empezar el año viendo alguna joya del séptimo arte de esas pocas que uno siempre tiene pendientes y opto por recuperar otra que aunque sí había visto ya no revisitaba desde hacía eones. Me refiero a Espartaco, y hay un motivo para esta elección: desde hace aproximadamente un mes estoy revisando toda la filmografía de Stanley Kubrick a razón de un largometraje por semana. Así, antes volví a ver Fear and Desire, El beso del asesino, Atraco perfecto y Senderos de gloria; y después ya he vuelto a disfrutar de Lolita. Esta autoimpuesta (y gozosa) obligación se debe a que hacia finales de febrero, justo después de que haya regresado a su póstuma Eyes Wide Shut, participaré en una mesa redonda que recordará al director de 2001 cuando se cumplen los veinte años de su desaparición. Si les apetece asistir como espectadores, vigilen mi blog porque si no vuelvo a tratar el tema en esta entrega semanal allí lo recordaré seguro. Pero ya les adelanto que antes Espartaco no estaba entre mis favoritas de su director y que ahora la tengo en mucha más alta estima: la recordaba mucho más sometida a los imperativos de las grandes superproducciones de Hollywood, y me he encontrado con un peplum de autor (o de autores, que aquí Kirk Douglas en su doble faceta de actor y productor cortaba el bacalao tanto como el realizador) que hace gala de una fuerza narrativa y poderío visual fascinantes.

En cuanto a mis lecturas, esta vez me he decidido por recuperar un par de joyas de creadores más conocidos por otros menesteres. Este es el caso de Edgar Neville, quien hoy tiene mucho más predicamento como director de cine: nada que objetar, por otra parte, dado que es el firmante de maravillas como La torre de los siete jorobados, Domingo de carnaval, La vida en un hilo, El crimen de la calle de Bordadores, El último caballo o El baile. Pero durante toda su vida ejerció además de escritor y dramaturgo, siendo miembro con todas las de la ley de la que se vino a llamar "la otra Generación del 27": aquel grupúsculo de humoristas, frente a los más conocidos poetas, en el que también militaron Mihura, Jardiel, Tono o José López Rubio. Así, Neville escribió durante cuatro décadas ininterrumpidas más de un centenar de cuentos, algunos incluidos en libros como Eva y Adán, Torito bravo o el postrero Dos cuentos crueles, y otros solo publicados en prensa. Reino de Cordelia, la editorial nevilliana que ya había publicado un par de títulos del autor, ha recuperado toda esta prosa breve en las páginas de un volumen armado y prologado por José María Goicoechea y publicado con el buen gusto al que nos tiene acostumbrados esta editorial madrileña y por tanto paisana del propio escritor. En resumidas cuentas: un Cuentos completos y relatos rescatados de Edgar Neville de más de quinientas páginas y que debería figurar sin ningún género de duda en todas y cada una de esas listas de los mejores libros del año pasado que estos días brotan como setas en periódicos, revistas y webs del gremio.

Y de un genio español a una pareja de genios franceses: René Goscinny y Albert Uderzo. Cualquiera que haya leído bastantes tebeos a lo largo de su vida relacionará el nombre de ambos con su creación más popular: Astérix. De igual modo, muchos de los que estén familiarizados con la historia del cómic europeo sabrán también de la importancia determinante del primero en el nacimiento y desarrollo de varias publicaciones y cabeceras fundamentales de la historieta francobelga. Lo que quizá muchos desconozcan es que ambos empezaron a trabajar juntos antes de parir a sus más célebres personajes, esos galos que se enfrentaban al opresor en los días del antiguo Imperio romano. De estos trabajos primitivos, el más longevo es Benjamín y Benjamina: una serie destinada a lectores de todas las edades y protagonizada por una pareja que se veía inmersa en las aventuras más alocadas. Benjamín y Benjamina protagonizaron cuatro aventuras: Náufragos del aire, ¡Pajaritos a volar!, El gran buduchú y Benjamín y Benjamina y los vaqueros. Todas ellas las acaba de recuperar en un solo tomo Salvat, quien todavía hoy sigue publicando los álbumes de Astérix, junto a las breves andanzas de otros personajes inventados por estos dos maestros del cómic y a un exhaustivo estudio a modo de prólogo que en treinta páginas profusamente ilustradas desgrana la trayectoria de ambos hasta llegar a la creación de la mítica revista Pilote. Por tanto, no debería ser necesario señalar que estamos ante una adquisición obligada para todo amante de la historieta europea.

Y con estas recomendaciones para arrancar el año me despido por el momento de ustedes, y les emplazo a seguir leyéndome (y leyéndoles, si tienen a bien comentar algo) en semanas venideras.

Cuentos completos y relatos rescatados y Todo Benjamín y Benjamina están editados por Reino de Cordelia y Salvat respectivamente.

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