Ladrón de versos
La cita, además de ser homenaje, da carácter científico y rigor a nuestros trabajos
En sus Epigramas, el poeta Marcial, Marco Valerio Marcial, acusó a Fidentino de robarle sus versos:
Corre el rumor de que tú, Fidentino, lees mis versos al público, como si fueran tuyos. Si quieres que se diga que son míos, te enviaré gratis los poemas; si quieres que se diga que son tuyos, compra esto: que no son míos.
Le acusa tanto de robarle sus versos como de ser mal recitador. Y por ende mal poeta:
El libro que recitas, Fidentino, es mío; pero cuando lo recitas mal, empieza a ser tuyo.
En otro epigrama –en el LIII– le dirá claramente que es un ladrón.
Se lo he escuchado en varias ocasiones al catedrático y amigo Ángel Luis Prieto de Paula: Citar es honrar; no citar, robar. O algo así. Y así lo transmitimos y recomendamos a nuestro alumnado. Nombrando al amigo catedrático por lo dicho. Porque la cita, además de ser homenaje, da carácter científico y rigor –si oportuna– a nuestros trabajos. La no cita, cortar y pegar ahora, es plagio. Y el plagio, robo.