Apaga y vámonos

¡Maricón el último!

Me perdonen la expresión los amantes del fino hablar y los apóstoles de lo políticamente correcto, pero no se me ocurre mejor modo de etiquetar la desbandada general en el seno de la izquierda villenense, anteriormente conocida como el tripartito, denominación periodística que ha pasado a mejor vida hasta que el 28-M, urnas favorables mediante, vuelvan a ser amigos y aquí paz y después gloria.
Encantados de haberse conocido y sin echar a faltar autocrítica alguna, se reunieron los fieles socialistas el pasado sábado para hacer balance de su gestión, de la que, entre otras muchas cosas, se pusieron medallas como la de la cesión del 0,7% del presupuesto municipal a programas de desarrollo en el tercer mundo, el trabajo en relación con la inmigración –excelente, a mi juicio–, la inclusión de Villena en los Planes de Dinamización Turística o la cesión de terrenos para la construcción del tercer instituto sin hacer una sola mención a sus compañeros de gobierno (las delegaciones de Servicios Sociales e Inmigración, recordemos, han sido gestionadas por Los Verdes, mientras que las de Turismo y Educación han recaído en Izquierda Unida) a lo largo de estos cuatro años que ya concluyen, lo cual, dicho sea de paso, no me sorprende en absoluto.

Y a nadie debería extrañarle, ya que a estas alturas no podemos afirmar a ciencia cierta cuándo empezó la desbandada y quién dio el primer paso: baste decir, por ejemplo, que unos días antes comenzó a circular por Villena una publicidad de IU (amén de los contenidos de su nueva web) en la que, al parecer, todo el mérito de la cesión de los terrenos del instituto es de doña Rosario, mientras que a la concejalía de Urbanismo de Pepe Ayelo, que algo habrá tenido que ver, digo yo, ni se le menciona.

Sumémosle a ello que, un día antes del happening del PSOE, Los Verdes habían hecho pública la espantá más sonada desde la retirada de Curro Romero (ironías taurinas del destino) anunciando a los cuatro vientos el descubrimiento político de la década: la legitimidad de los gobernantes democráticamente elegidos no dura la totalidad del mandato, sino que comienza a diluirse de manera progresiva a medida que se acercan nuevas elecciones (en la semana previa a los días anteriores al comienzo de la pre-campaña, por ir concretando), o dicho de otro modo: el centro de ocio y el parking molan mazo, troncos, pero no los vamos a adjudicar, no sea que nos acusen de ejercer un derecho que habíamos ganado en toda regla en las urnas.

¿Y la derecha qué opina de esto, señora? Pues la derecha se ríe, faltaría más. Pero en voz bajita, no sea que por levantar mucho la voz alguien les recuerde que mucho ji-jí-ja-já pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Que una cosa es reírse de lo que le pasa al de la acera de enfrente, algo que a todos nos gusta, y otra bien distinta no admitir que a lo más que aspiramos es al bipartito Partido Popular + Iniciativa Independiente o, cosas del sufragio universal, al tripartito con Gente de Villena, formación que no se “casará con nadie” de momento, pero como su dote, en forma de votos, sea abundante, le van a salir pretendientes hasta del armario, dicho sea por justificar el título de esta columna.

En definitiva, queridos amigos, que las elecciones ya están aquí y las coaliciones son como las bicicletas, para ese laaaaaaargo verano de cuatro años (con permiso de Los Verdes, faltaría más) que comienza una vez se cierre el recuento y salgan las cuentas. Mientras tanto, mejor hacemos como si no nos conociéramos de nada… ¡y maricón el último!

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