Abandonad toda esperanza

Mastermind Night Shyamalan

Abandonad toda esperanza, salmo 648º
Cuando se estrenó Múltiple hace ahora dos años, escribí en esta misma sección esto que sigue: "aquí, Shyamalan opta (¿De verdad tengo que avisar, otra vez, con letras bien grandes, de que lo que sigue es SPOILER?) no por poner en entredicho la naturaleza de lo mostrado -esto lo viene haciendo, afortunadamente, desde mucho antes del metraje-, sino la misma adscripción genérica del film. De este modo, lo que parecía ser un thriller psicológico stricto sensu, sin dejar de serlo del todo, acaba mutando -como hace el propio protagonista del relato- y se convierte en una película de superhéroes que entronca con uno de sus más brillantes trabajos previos (¿hace falta decir cuál?). Y nos lo desvela, tal y como hacen las más recientes cintas de Marvel y DC, en una escena posterior a los créditos. Ahora bien: la gracia tendrá su ídem si se le da continuidad en una nueva película, tal y como deja caer el propio director en alguna entrevista. Si no, se quedará en un guiño para iniciados. Brillante e inesperado, pero guiño al fin y al cabo. FIN DEL SPOILER". Afortunadamente, el asunto no se quedó en un guiño para iniciados: el reciente estreno de Glass (Cristal) no solo ha puesto el punto y final a una trilogía -la hoy llamada "Eastrail 177 Trilogy"- que fue construyéndose como tal casi de incógnito ante nuestros ojos desorbitados y de la que también forman parte El protegido y Múltiple, sino que ha culminado la que podría ser la reflexión audiovisual definitiva sobre el cómic de superhéroes y, por extensión, sobre su adaptación al cine.

Lo que ha diseñado M. Night Shyamalan -además de por su nombre de pila, sospecho que la M. es también por Mastermind ("Mente maestra")- en estas tres películas no tiene parangón en la historia del cine: recordarán que, en su última secuencia, Múltiple se revelaba como la secuela hasta entonces inconfesa de El protegido, y por tanto como el segundo capítulo de lo que se adivinaba como una particular saga superheroica. Con Glass, el director de Señales ha reunido a los protagonistas de ambas y ha satisfecho así los sueños más húmedos tanto de sus seguidores como de los aficionados al género (supongo que no haría falta decir que me cuento entre unos y otros). Pero que nadie se llame a engaño: su nuevo film está muy lejos de ser una concesión comercial de cara a la galería. Porque Glass, al margen de no renunciar a los característicos twists que explican o redefinen lo visto hasta el momento (hasta tres podemos contar en esta ocasión), y además de que hace gala de la caligrafía característica de su autor -de montaje pausado, puesta en escena significativa y con unos movimientos de cámara que siempre quieren decir algo-, se aleja en todo momento de la pirotecnia gratuita que impera en el género para apostar por la reflexión a propósito de este. Intencionadamente antiespectacular -aunque acaba alcanzando una cierta épica precisamente en su negación de la misma-, estamos ante una cinta que es a las historias de superhéroes lo que el Quijote de Cervantes fue a los libros de caballerías: una brillante relectura que parodia el género a la vez que lo homenajea y sublima, con un Mister Glass encarnado por Samuel L. Jackson que de tanto leer tebeos de Marvel y DC se volvió loco... o no, como Alonso Quijano; y un David Dunn interpretado por Bruce Willis que como un moderno Sancho Panza se acaba creyendo lo que aquel le dice aunque casi todo el mundo se empeñe en convencerle de lo contrario. En resumidas cuentas: estamos ante una pieza clave del cine fantástico contemporáneo, y para cuya comprensión absoluta, tal y como ocurrió a comienzos del siglo XVII, debe tenerse en cuenta el contexto: que el combate final de estos personajes comparta cartelera en los cines de los centros comerciales con Aquaman o un Spider-Man animado (este último excelente, por cierto), o que su proyección esté precedida por los tráilers de las inminentes Capitana Marvel y Vengadores: Endgame, todavía le da más enjundia al asunto.

Coincidiendo con el estreno de la película, ha llegado a las librerías M. Night Shyamalan. El cineasta de cristal, un volumen de más de cuatrocientas páginas coordinado por Raúl Cerezo y José Colmenarejo que analiza desde todos los prismas posibles la obra del realizador sin dejarse absolutamente nada en el tintero: no solo se comentan sus primeras y más desconocidas películas anteriores a El sexto sentido, sino también sus guiones y producciones para otros, su paso por la pequeña pantalla con la serie Wayward Pines y hasta los proyectos no realizados. Todo ello, con ensayos intercalados sobre diversas constantes de su obra -como los finales sorpresa o sus breves apariciones en pantalla, ambos tan comentados y polémicos-; y, como guinda del pastel, se incluye una entrevista exclusiva con su protagonista, realizada durante su visita al pasado Festival de Cine de Sitges para presentar un avance de Glass y recibir el Gran Premio Honorífico del certamen (evento del que tuve la suerte de ser testigo, tal y como les conté ya en su momento). Es de justicia señalar que todo este material viene firmado por la friolera de casi medio centenar de autores... entre los que humildemente se cuenta este que les escribe. Compartir libro con algunos de los críticos cinematográficos que admiro siempre es un honor, y más tratándose de un estudio sobre un director a cuya obra toda atención que se le preste es poca. En resumen: estamos ante un hito en la divulgación fílmica patria, pues muy bien podría ser el libro colectivo con más responsables de todos los escritos hasta la fecha, y que sin duda supone una utilísima herramienta para conocer más y mejor el cine del que es ya y sin duda alguna uno de los grandes maestros indiscutibles del género fantástico... aunque algunos se empeñen en discutirlo.

Glass (Cristal) se proyecta en cines de toda España; M. Night Shyamalan. El cineasta de cristal está editado por Berenice.

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