
Tras esa suerte de paréntesis en la glosa de la actualidad editorial que supuso el homenaje al desaparecido David Lynch de la semana pasada, regresamos con una de esas columnas que dedicamos regularmente al comentario de cómics biográficos: recuerden que hace nada les ofrecí nada menos que tres entregas prácticamente sucesivas al respecto. Pero en esta ocasión comenzamos por uno de los últimos títulos en sumarse a una serie que ha hecho mucho por la presencia constante de este género en las estanterías de las librerías: la colección Memoria Histórica de la editorial Desfiladero. Así, a biocómics previos dedicados a figuras como Miguel Núñez, Marcelo Usabiaga, Vicent Miquel Carceller, el cosmonauta Yuri Gagarin o las diversas protagonistas del volumen colectivo Mujeres en guerra se ha sumado recientemente el protagonizado por Jorge Semprún, el que sin duda es una figura clave de la historia política e intelectual de la Europa del siglo XX.

La biografía en viñetas de quien también fuese conocido con el seudónimo de Federico Sánchez presenta el subtítulo El hombre que arriesgó, y ha corrido a cargo del guionista Pepe Gálvez (un habitual tanto de la temática como de la colección, y del que volveremos a hablar en breve) y el ilustrador Ernesto Priego. El primero se ha basado en el premiado libro La aventura comunista de Jorge Semprún. Exilio, clandestinidad y ruptura del historiador Felipe Nieto (que colabora en el volumen con un ilustrador texto a modo de apéndice) y en otros documentos sobre el protagonista del relato para urdir una trepidante historia que podría pasar por la de una novela de espías de John le Carré pese a ser cien por cien verídica: no en vano la experiencia vital del ya fallecido Semprún -al que tuve el privilegio de conocer personalmente en las Semanas Negras de Gijón de 2008 y 2009- vivió en sus propias carnes el triunfo del ejército franquista en España y la ocupación nazi de Francia, fue prisionero en el campo de concentración de Buchenwald, militó en el partido comunista cuando este era una formación ilegal, escribió varios libros y colaboró con cineastas tan reputados como Alain Resnais o Costa-Gavras. Por su parte, las planchas en blanco y negro de Priego dejan ver una serie de influencias muy claras (especialmente del maestro Carlos Giménez, pero también algo de José Muñoz o incluso de Frank Miller) pero perfectamente asumidas que dotan al apartado gráfico de la obra de un gran atractivo visual. En resumidas cuentas: una lectura de lo más recomendable.

Otro de los cómics biográficos más interesantes de los publicados en los últimos meses es el que la guionista y dibujante Mayte Alvarado dedica a la pintora Gabriele Münter. Las tierras azules es la leyenda que completa su título, y en sus páginas la autora (a la que descubrí en el excelente e injustamente olvidado cómic E-19) se acerca a las vivencias de esta pintora (y en menor medida fotógrafa) alemana a la que la historiografía ha silenciado durante años relegándola al papel de amante de otro gran artista, este mucho más conocido, como Vasily Kandinsky. Como no podía ser de otra forma, la obra en cuestión no elude su relación con quien fue su maestro y compañero sentimental, pero se centra especialmente en el propio proceso creativo de quien jugó un papel fundamental en el desarrollo de uno de los movimientos artísticos de vanguardia más fascinantes de la historia del arte: el expresionismo alemán. No en vano Münter fue una de las fundadoras de Der Blaue Reiter (“El Jinete Azul”), grupo que contribuyó de forma decisiva en la renovación del panorama artístico de Múnich. Pocos años antes, el descubrimiento del pueblo de Murnau la llevó a simplificar las formas de su arte pictórico y a mostrarse más libre en el empleo del color, influida especialmente por el descubrimiento de las pinturas populares sobre cristal típicas de la región. Fue en esta pequeña localidad cercana a los Alpes donde la pintora se instaló definitivamente hasta el día de su muerte; siendo esta última etapa la que Alvarado reproduce, en términos de explosión cromática, en una novela gráfica dotada de un inusual hálito poético y en la que los silencios cuentan tanto o más que las palabras. Por todo lo dicho, queda claro que estamos ante dos nombres propios a (re)descubrir: el de una pintora digna de reivindicación y el de una autora de cómic a cuyo futuro habrá que atender con gran interés.

Cambiamos de disciplina artística y también de continente con Los últimos días de Robert Johnson, novela gráfica que a pesar del título también refleja la infancia de quien ha sido considerado como el primer bluesman de la historia. Tras títulos como el reivindicable El sueño de Meteor Slim (a cuyo protagonista no le impide el hecho de ser ficticio el contar con una aparición especial en el cómic que ahora nos ocupa) o Blackface Banjo, el autor francés Frantz Duchazeau continúa explorando este estilo musical y la región del sur profundo de los Estados Unidos que alumbró al blues y al jazz viajando atrás y adelante en la tortuosa vida de Robert Johnson; un guitarrista de quien siempre se dijo que vendió el alma al diablo a cambio de su indudable talento y la posterior gloria alcanzada, y que falleció a la temprana edad de veintisiete años (hasta en eso fue pionero) víctima más que probable de un envenenamiento intencionado. Pese a su corta vida, tuvo tiempo de sufrir el abandono de su padre, los castigos físicos de su padrastro o, ya posteriormente, la pérdida del amor de su vida y el hijo que esta esperaba; lo cual, unido a la pobreza y la segregación racial, lo llevó al alcoholismo. Todos estos aspectos de una existencia miserable son reflejados por Duchazeau, que con gran mérito logra parir un cómic nada tremendista y en el que del horror surge una inusual belleza... de forma muy parecida a como ocurría con la propia música de su personaje principal.

Terminamos con nuestras recomendaciones de hoy sin abandonar el mundo de la música pero cambiando de género: en Locos del rock, el guionista Daniel Moya y el dibujante Rubén Molina utilizan una historia marco de pura ficción protagonizada por un veterano fotógrafo y una prometedora periodista musical decidida a entrevistarlo como excusa para contarnos cuatro episodios basados en hechos verídicos (por difícil que pueda parecerlo en algún caso) y protagonizados por otros tantos genios del rock del siglo pasado: Jim Morrison, Keith Moon, Freddie Mercury y Nikki Sixx. Del carismático Rey Lagarto (uno de los miembros fundadores del grupo de músicos malogrados conocido como “el Club de los 27”) se cuenta su actuación en la mítica sala Whisky a Go Go al frente de los inimitables (y a pesar de ello tan imitados) The Doors; y en la que epató a la platea improvisando el inolvidable recitado del tema “The End”; mientras que del batería de The Who (que fallecería también de forma temprana, a los treinta y dos años) se nos relata una fiesta de cumpleaños en un Holiday Inn que terminó con un coche sumergido en la piscina del hotel. Por su parte, en cuanto al inolvidable frontman de Queen seremos testigos de una de las fiestas más salvajes organizadas a mayor gloria de la banda británica en el Salón Imperial (no podía ser de otra forma) del hotel Fairmont. Finalmente, Nikki Sixx -único del cuarteto estelar que sigue (milagrosamente) vivo y en activo- es víctima de una sobredosis de heroína ante el resto de miembros de Mötley Crue, banda de glam metal de la que es bajista y también principal compositor de sus canciones. Como podrán imaginar, lo más interesante y lo más frustrante de este volumen dedicado a la relación del rock con el desenfreno y la autodestrucción que supone el consumo de drogas se deben a la misma razón: su naturaleza coral impide que se profundice como cada uno merece en ninguno de los personajes reflejados, pero el resultado final acaba siendo una lectura tan ilustrativa como entretenida y que hará las delicias de los aficionados al rock’n’roll. Por otra parte, si les interesa más la política, la literatura, la pintura o el blues, no será porque no dispongan de otras opciones también.
Jorge Semprún. El hombre que arriesgó, Gabriele Münter. Las tierras azules, Los últimos días de Robert Johnson y Locos del rock están editados por Desfiladero, Astiberri, Andana Gráfica y Ma Non Troppo respectivamente.