Vida de perros

Obras son amores

Citando el título del comunicado de aquel exconcejal del Partido Popular villenense: obras son amores. Porque como él decía, si no hay obras no se está interviniendo en la ciudad, ni se está fomentando el empleo y la economía. Imagino que estará contento ahora, quejándose como no puede ser de otro modo de las calles cortadas y de lo mal que hacen las cosas los demás.
Pero contento, imagino, al ver la ciudad levantada aquí y allá. Otra cosa es que se desplace con un vehículo, no solo por los inevitables desvíos que conlleva cada calle cortada (y que hacen patente la mala, torpe o absurda planificación de nuestra ciudad), sino por los aparcamientos que se fueron y que para colmo no volverán.

Es innegable la necesidad de levantar nuestras calles para modernizar todo aquello que escapa a nuestros ojos: alcantarillado y otros conductos para diversos usos. A nadie se le escapa la situación en que se encuentra Villena cuando se enfrenta a una tromba de agua. La particularidad de la ubicación de la ciudad junto a las rocosas laderas de la Sierra de la Villa, sumada a la falta de suelo, parques o zonas verdes, capaces de absorber el agua que recoge la montaña, exigen un alcantarillado suficientemente amplio como para desaguar nuestras calles. Y si esto se puede ver y sufrir a poco que llueva en calles como Vereda, José María Soler, Bellod o Juan Chaumel (por citar las que me cogen más a mano), es en las calles cercanas al muro de las vías donde se producen los mayores desastres. Precisamente por eso: el muro. Un tabique que frena el agua recogida desde el repetidor pasando por toda la ciudad hasta el muro. Es evidente que las obras que hasta el momento se han realizado para aliviar el acumulado de aguas han sido insuficientes, por lo que la recogida y aprovechamiento de pluviales es mínima –me gustaría, queridas personas, ilustrarlas con datos de los que no dispongo–.

Por otro lado, esperando que sirva de alarma, no queda otra que citar la famosa Rambla Conejo, proyecto realizado y finalizado con ciertas prisas que al parecer no cumple los requisitos legales exigidos para su puesta en funcionamiento. Millones de euros paralizados que solucionarían uno de los mayores problemas que sufre nuestra ciudad. Si bien es cierto que fue una gruesa inversión, no es menos cierto que requerirá de una cifra similar para conseguir ser operativa. Así que, insistiendo en las ventajas que dicha conducción tendría para nuestra ciudad, contemplando la situación a la que vamos llegando en el tema del agua y pensando en el aprovechamiento que supondría la puesta en marcha de la Rambla Conejo, no queda otra que reivindicar todos esos millones de euros de superávit que vamos teniendo anualmente en tal inversión.

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