Vida de perros

Primera del Año

Las doce de la noche y sin juntar dos letras. Las doce del día ocho, digo, no vayan a pensar que estoy martilleando las teclas delante de pantalla mientras ustedes tragan uvas, descorchan cotillones y golpean el cristal de sus copas brindando para que la jodienda del futuro/presente año sea menos indiferente, violenta y humillante. Para que todo vaya mejor para todos y todas. No hay que olvidar decir: para todos y todas. Porque de lo contrario el año será mejor para esas pocas personas que no conocen un año malo. Las de siempre. Las que son capaces de cambiar el rumbo de un año malo, al menos para ellas mismas; y a costa de lo que sea, de quienes sean. Qué les voy a contar, ya no es necesario, ya lo sabemos.
Las doce de la noche pasadas y todavía juntando palabras. Acordándome del discurso de Don Juan Carlos, que me daba a mí que estaba sentado en una banqueta delante de un fondo croma, de esos donde después puedes insertar la imagen que quieras: un despacho, una selva, o un parque jurásico. Lo mismo daba. Lo importante era el discurso. Eso dicen. Aunque es más divertido encontrarse al día siguiente con las diferentes interpretaciones que ofrecen la prensa y los partidos políticos. Así podemos entretenernos para averiguar donde se encuentran las frases que les han llevado a tales conclusiones. Un pasatiempo, vaya, que se sostiene en la única verdad: que se diga lo que se diga, cada cual va a entender lo que quiere entender. Y esto es algo que podríamos solucionar rápidamente si decidiéramos hacer las cosas con seriedad. Tan solo tendríamos que limitar el discurso navideño a la felicitación y los buenos deseos. Y si el Rey tiene algo que decir, que lo diga. En su momento y forma. Breve y conciso. Y que se atenga a las consecuencias tanto él como esas personas a quienes vaya dirigido. Y que nos dejen al resto con la felicitación y los buenos deseos. Así con el “buenas noches” nos sentamos a cenar, o no, que para eso cada cual hace lo que quiere o puede.

Aunque si nos andamos con la dichosa austeridad, también aplicada a los discursos, lo mismo podría aplicarse al del Ministro de Defensa en la celebración de la Pascua Militar ¿…? A no ser que el señor Pedro Morenés quisiera dar la primera “campanada” del año. Quizás para que no pensemos que si setenta mil altas en la Seguridad Social son muchas y buenas, en realidad se quedan en una insignificante reducción del 1,4 % del desempleo en España. Poco para dar palmas. Como las que dio Cristiano Ronaldo cuando Messi, con el Balón de Oro bajo el brazo, dijo que lo verdaderamente importante eran los logros conseguidos por el equipo. ¿Pillan ustedes la idea? El Equipo –el país¬– y no los despachos que regalan Telefónica, Endesa o Iberdrola a título individual.

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