De recuerdos y lunas

Promesas

Si no fuera porque uno tiene sus creencias bastante arraigadas hubiera pensado, el domingo pasado en Yecla, cuando el Cross Nacional Fiestas de la Virgen en su XXVI edición, que el cielo, complotando todos los enfados enérgicos de todos los dioses de la Naturaleza, se caía sobre nuestras cabezas. Y esto si el cielo, en su desplomarse, no se descascarilla en un poco a poco servido de cristales.

Porque el domingo pasado en Yecla fue frío, viento, lluvia, nieve como granizo y granizo como nieve. Punticas de demonio —decía mi madre. Que de todo hubo en aquellos parajes de monte y ladera del circuito Las Pozas, tentándonos esporádicamente el sol como para decirnos que no desesperáramos. Que aún cabía algo luz en las tinieblas. No sin razón, como "Una carrera infernal" tituló Juan Morata su crónica en La Verdad de Murcia.

Nunca he visto un camión de cerveza gratis total tan abandonado de gentes. La temperie no acompañaba para cañas pero el camión nos sirvió para resel. "Resel", nos lo dijo Soler, es palabra villenera. Y al resel aún cayó algún vaso compartido con los paisanos de Villena con los que frecuento cuando las carreras. Y cupo la plática. Se lo dije a José Antonio Serrano al principio de la entrevista –cuando mi libro– en la Intercomarcal. Porque coincidió la entrevista con el día anterior de irnos a Toledo para el Cross Espada Toledana, donde también nos esperaban los fríos y las humedades. Le dije a Serrano que el atletismo en Villena goza de muy buena salud. En verdad, siempre ha habido buenos atletas que han paseado y pasean el nombre de Villena por ese mundo de titanes. Otra cosa es que desde las instancias políticas se atienda más o se atienda menos y nos duela el ver a paisanos correr con ropas forasteras. No es que nos obligue el ombligo, pero sí que cabría cierto mimo local –ya desde el Ayuntamiento, ya desde las empresas privadas– a quienes tienen más que demostrada su valía y son ilusión. Promesas que nos abren expectativas.

Cuando decía más arriba sufrimientos, quien esté familiarizado con el atletismo, le parecerán idiotas mis palabras. El cross es cross. Barro, fango, cuestas, charcos y padecer de los atletas en los cambios de ritmo. Y si no, sería ping-pong o esgrima. O billar. En el cross puro y duro, que si sube y que si baja la cuesta, hay que tener madera de héroe para meterse en el trote correcaminos. Por esto mi admiración y aprecio a este mundo que acabo de descubrir. Aunque echando cuentas ya llevo por lo menos un sexenio. Nada comparado con el paisano Juan López que me lleva mucha mili en esto. Porque su Alberto López, que corre honrando al de Maratón, le lleva años sacando fin de semana sí, fin de semana también, de las rutinas del ocio dominguero. Y lo que le queda, porque la pequeña Patricia, que es de la quinta de mi pequeña Carmen, también tiene afición y buenas maneras en este veneno que es el correr. Tesón.

Decíamos barro, fango... Lo que no cabe más, son más dificultades. Cierto apoyo de donde sea no vendría mal. Habrá que allanar caminos a estas jóvenes promesas que como Alberto, Patricia, Daniel, Andrea, Ana, Mikel, Cintia, Sergio, Cecilia... están bastante servidas de dificultad cuando trotan por trochas de fango y hielos por la España seca y por la España húmeda, animadas por la estela de Gema Barrachina que nos hace crecer en orgullos y satisfacciones.

Disfrutando del atletismo, no es raro –estimado Juan– que nos aburra un poco el fútbol.

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