Cultura

Qué bonita es la Navidad

¡Cómo!, ¿a ustedes no les tocó la lotería? ¡Menuda noticia, qué novedad, parece que no hayamos cambiado de año! A mí tampoco, pero claro, yo no soy cristiano, yo no creo en la lotería, tengo menos esperanzas que un perrico viejo y enfermo en la perrera, menos que un gato callejero tras leer la noticia de la subvención para la capada masiva. Y aún así: ¡Qué bonita es la Navidad!, con sus cosas y sus cantos y sus gatos, con su programación televisiva, con sus regalos y sus contenedores de papel a reventar –cómo debe lucir trabajar en una planta de reciclaje en estas fechas–.
Así, para deshacerme un tanto de esta dulce armonía que me contagia el ambiente, pincho un enlace que me envían los Fuckop Family vía correo electrónico para ver su último video clip “La cultura del odio”, rodado en el I.E.S. Hermanos Amorós. Y como recuerdo que ya hace un tiempo les hablé del asunto, no puedo dejar de invitarles a ver el trabajo, aunque le pese a Luis Macías, padre del invento, que no se vea en la Red con la calidad exigida.

Pero, ¡escuchen! Mientras escribo estas líneas entra por la ventana una voz procedente de un magnetófono anudado a un coche, quizás sea la voz del circo: cuántos recuerdos de carpas, trapecistas, hipopótamos y payasos… ¿Cómo? ¿No es el circo, dices? ¡Ah, no! Son los Afectados por el Parking que nos alertan para acudir a una nueva cita. Faltan las alarmas de aviso para bombardeos. Bueno, a fin de cuentas, no sabemos si lo que habrá en el pleno serán quejas o nuevamente será circo (del peyorativo me refiero, no del de los grandes artistas). En cualquiera de los casos, qué bonita es la Navidad, con su Belén, sus adornos, sus villancicos desde la Casa del Festero (que algunos amigos “extranjeros” confundían con The Natural por lo de festero) y su ciclo cinematográfico Villena Fantástica, un ciclo dedicado al cine de terror –aunque un tanto menos terrorífico este año debido a la convocatoria de los Afectados (mira, Luis por donde, aquí tienes tema para una peli) –.

Imagino que a estas alturas ustedes también ven las pocas ganas que tengo de hablarles de cultura, y es que la Navidad ocupa unas fechas en las que quedo como cariacontecido, exhausto, en barbecho, con mayor apetencia porque transcurran que porque se queden a perpetuidad. Se me vienen encima los recuerdos, como el de aquellos 23 de diciembre en que los hermanos Gandía nos organizaban aquellos recitales de música y poesía. Este año también los hemos perdido. ¿Por qué será que uno tiende a disfrutar y valorar más el esfuerzo humano que el pagado y programado?

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