Vida de perros

¿Qué hemos hecho para merecer esto?

El anuncio (aviso, amenaza) de una futura (tal vez inmediata) Moción de Censura contra el Equipo de Gobierno actual de nuestra ciudad ha repartido indignación, sorpresa, cansancio e indiferencia a partes iguales. Apenas transcurridos los cien días de gracia –tiempo que por cortesía se concede a todo grupo de gobierno antes de comenzar a corregirlo, criticarlo o lapidarlo– el grupo de la Oposición ha saltado a morder como un mastín contra un intruso. Lo curioso es que lo ha hecho no tanto para defender la gestión que realizó durante sus cuatro años de gobierno, como para exigir respuestas y responsabilidades a un nivel de alerta roja.
Y así, sin recato ni vergüenza, sin llegar al medio año de gobierno, desde la oposición se exige la presentación del presupuesto, se abandona un Pleno Municipal, se tilda al alcalde de fascista y se amenaza con una Moción de Censura. Y a todo esto, como sacudiéndose las moscas, ante las dificultades que entregaron como herencia, de su anterior gestión responden con frases como “eso ahora ya no es problema nuestro”. Una frase que prefiero atribuir a un poco patriótico “si siguiéramos gobernando daríamos la solución”, que a un irresponsable “ahí tenéis ese descalabro y no quiero saber nada que a mí no me toca”… Una Moción de Censura que ha provocado tan agudas y calculadas ecuaciones con nombres, fechas y siglas, como para deducir que todo está planificado, perfectamente orquestado. Porque de lo contrario: ¡qué absurdez es ésta! ¿Presentar una moción de censura tras seis meses de gobierno? ¿Acaso ha transcurrido suficiente tiempo como para poder juzgar, evaluar, puntuar, la capacidad del actual Equipo de Gobierno?

Casi deja sin respiración… Afortunadamente nos queda la esperanza de que la agresividad que actualmente muestra el grupo de la oposición responda a una táctica de partido de cara a los comicios nacionales del próximo veinte de noviembre. De lo contrario menudos años nos esperan… Apuntan a ser tan insoportables como para terminar pidiendo que ruede alguna cabeza, aunque no acierte a averiguar si esa cabeza será la del gobierno o la de la oposición. Porque creo que hay un modo más sencillo de resolver el problema: dejar que pase el tiempo. Al menos creo que es un método importante para Villena: dejar que pase el tiempo. Porque con el tiempo aparecerán más datos, datos más propios, sobre lo acertada o no de la capacidad que tiene la estrategia del actual gobierno para dirigir la ciudad. El tiempo dará y quitará razones. Pero sin tiempo nadie somos nada. Y permítanme que me repita: confiemos en que las anormales relaciones que observamos –padecemos– entre gobierno y oposición obedezcan a la proximidad del 20-N y no a la fórmula que vamos a sufrir hasta los próximos comicios locales.

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