Vida de perros

Queremos saber

Tal y como ocurría en aquel ya lejano programa de televisión ofrecido por Mercedes Milá, aquí, en nuestra querida tierra valenciana también queremos saber. Queremos saber y queremos conocer. Quizás movidos por la impaciencia, seguramente; tal vez demasiado pronto, con la precipitación infantil frente a los regalos navideños, con la ansiedad adolescente tras desabrochar el primer sujetador, con la impaciencia con que el veintegenario busca su primer empleo y su primer piso, con los nervios del treintagenario ante la firma de su segundo crédito, con la angustia con que el padre y la madre esperan que su hijo o hija vuelva de su primer concierto, con el miedo con el que se esperan los resultados de los análisis después de los cuarenta. Sea como sea, la duda nos corroe, la desesperación no nos deja dormir. Somos ya cientos los que en horario laboral andamos jugueteando con ciertos métodos cabalísticos para intentar resolver “El enigma de las listas para las próximas elecciones”.
Y si bien me pueden tildar de exagerado, no me negarán que el tema no carece de interés. Aún a sabiendas de que nada va a cambiar demasiado ocurra lo que ocurra, la elaboración de unas listas siempre trae tanta discusión y disgusto para unos, como discusión y alegría para otros. Puestos al deporte nacional, no nos engañemos, la lista de un partido –sea cual sea, bueno, no la de todos, pues algunos poco nos importan– suscita crítica y debate, desengaños y traiciones que siempre vienen bien tratar con una o dos cervezas (refresco de cola si lo prefiere, señor Montilla) y unas olivas por ejemplo –aunque pueden ustedes sustituirlas por un plato de percebes (que tanto mal hacen al riñón, ¿verdad, Chato?). Pero retomando el hilo de la conversación, en cuanto a listas se refiere pienso que es el Partido Popular de nuestra Villena el que más en vilo nos tiene desde hace ya algunos meses. La propagada crisis interna del partido en todos los planos parece también aquejar a nuestros vecinos, y digo parece, hasta el punto de llegar a pensar yo, en una de las elucubraciones idiotas de entretiempos, que bien haría tal partido en dividirse en AP y PP, con el fin de que unos no molesten a otros y viceversa. Pero dividir es vencer, e imagino que el trabajo que se realiza en este partido en busca de unión y consenso es arduo y continuado. Aún así, en el caso que nos ocupa, el puesto de salida del PP continúa siendo un misterio, del mismo modo que el del equipo que lo acompaña.

Pese a todo: queremos saber. Sea como material columnístico, que nunca está de más, o como crítica hacia arriba o hacia abajo. Y no sólo en el partido citado se encuentran nuestras inquietudes, también la duda acerca de la alternativa del señor Montilla nos crea tanto insomnio como las murmuraciones sobre la continuidad de la señora Tortosa (no olvidemos que nos encontramos en medio del juego político del despiste y los falsos rumores). Y en todo este alboroto político no queda otra que agradecer tanto al señor Ágredas como al señor Manuel Estevan que no continuaran nuestros desvelos –aunque el partido de Antonio sea tan sorpresivo como en los últimos 35 años en cuanto a su candidato–. Lo poco que este humilde teclealetras puede asegurar es que las promesas serán las mismas, una arriba, una abajo, que las de los últimos cuatro o cinco sufragios anteriores: soterramiento o alejamiento, tercer instituto, plaza de toros, agua, centro comercial, empleo, medalla de oro de la ciudad para Andrés Ferrándiz Domene, bajada de impuestos de la cerveza y el tabaco, ampliación del horario de los bares… (y termino que se me va la pinza).

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