El Volapié

¿Sabéis silbar?

La próxima semana llegará a nuestra Ciudad la Urna de Don Bosco y ya verán el despliegue. La verdad es que no soy capaz de creer en mucho más allá de lo que veo –y lo lamento– porque considero que la ciencia lo explica todo. Y para lo que falta por explicar, sólo hay que seguir investigando.
Hace siglo y medio, como un auténtico visionario, Don Bosco comenzó a aplicar métodos que en la actualidad recomiendan muchos profesionales del “coaching”. Uno de ellos era el de plasmar por escrito sus objetivos. Así comenzó a escribir lo que más adelante se han llamado las Memorias del Oratorio y en este texto podemos hallar las claves del éxito de este magno sacerdote. Como ejemplo –porque marca el inicio de su obra en los oratorios– citaré la que cuenta al cumplir los 30 años cuando estaba preparándose para decir misa el día de la Inmaculada Concepción. Oyó un tumulto en la Iglesia y salió de la sacristía asomándose al templo para ver qué pasaba. Se encontró con la escena del sacristán persiguiendo a escobazos al joven Bartolomé Garelli, y acusándolo de estar robando.

Tras librarlo de la paliza se acercó a él. Tenía la cabeza rapada, la chaqueta rota, vieja y con manchas de cal y sólo había entrado en la Iglesia porque estaba muerto de frío. Don Bosco le preguntó si tenía padre y el joven contestó que no. Luego se interesó por su madre, por su casa, por si sabía leer y escribir. Todas las respuestas del muchacho eran que no. Tampoco sabía cantar.

A Don Bosco se le ocurrió entonces preguntarle: ¿Sabes silbar? Y aquí Bartolomé Garelli se empezó a reír porque sabía silbar. Eso era lo que Don Bosco quería y lo que quieren los salesianos que prosiguen con su obra.

Aquí comenzó la amistad entre ambos y Don Bosco invitó a Garelli a aprender el catecismo y este asintió convencido de que estaría bien. Comenzaron allí mismo rezando un Ave María, y Bartolomé Garelli regresó al domingo siguiente junto con otros jóvenes, por lo que además de una amistad dio comienzo una gran obra que ha llegado a nuestros días extendiéndose por todo el mundo y que llegó a Villena en 1917 propiciando toda una serie de aportaciones que han redundado en nuestro beneficio: educación y formación dentro de las aulas y para gran parte de la población, eventos deportivos, cercanía y participación de los salesianos en actos cotidianos y tradicionales, patios acogedores y con las puertas abiertas siempre de par en par, Antiguos Alumnos que son testigos de esta historia y un Centro Juvenil que cada año cotiza más al alza.

Don Bosco predicaba el catecismo, hacía su apostolado entre los jóvenes pobres y vaticinaba con acierto una evangelización en mangas de camisa. Eso con una mano, y con la otra les ofrecía formación profesional y luchaba por obtener para ellos mejoras laborales, contratos de trabajo dignos y días libres para descansar.

A Don Bosco me lo creo de pe a pa. ¡Viva Don Bosco!

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