Para Iván García Ivars,
ex alumno y futuro de la crítica cinematográfica,
que me pidió que escribiese sobre la última de Scorsese
Los caminos inescrutables de la exhibición cinematográfica han querido que coincidan en cartel dos enemigos encarnizados que se han convertido en motivo recurrente tanto de debates productivos como de polémicas las más de las veces absurdas, y hasta de memes humorísticos: en un rincón del ring, un maestro del cine contemporáneo, renovador de la gramática clásica de Hollywood a su vez convertido con el paso del tiempo en uno de los clásicos vivos del séptimo arte; frente a él, la compañía que posee ahora mismo la franquicia más lucrativa del audiovisual por más que algunos la acusen de manifestar algunos síntomas de agotamiento. A continuación les contaré qué me han parecido las últimas producciones de ambos; y ya les adelanto que aunque me quedo con el nuevo film del autor de Taxi Driver si me obligan a elegir entre las dos, estamos ante un par de películas excelentes que merecen sendos análisis en profundidad y que, qué duda cabe, han sido concebidas para públicos por lo general bien distintos entre sí.
Lo primero que llama la atención de Los asesinos de la luna es su duración: si dejamos a un lado su producción documental, que incluye filmes monumentales sobre Bob Dylan y George Harrison, sus 206 minutos la convierten en la segunda película de ficción más larga de la filmografía de su autor, solo tres minutos por debajo de El irlandés. Y esto no es poca cosa, pues Martin Scorsese cuenta en su haber con títulos de metraje tan dilatado como el de New York, New York, El aviador o El lobo de Wall Street. Pero que esto no les eche para atrás si son ustedes capaces de apreciar el pulso del mejor cineasta vivo y en activo, y mucho menos si son de aquellos que se autoimponen maratones de series de tropecientos capítulos en casa que acaban durando bastante más que el Napoleón de Abel Gance o el Novecento de Bertolucci.
También es un rasgo característico de la obra de Scorsese su interés por los episodios más oscuros y cruentos de la historia de los Estados Unidos; es decir, la crónica criminal de una nación que explica cómo ha llegado a ser lo que es. En ese sentido, Los asesinos de la luna puede verse como la secuela no oficial de Gangs of New York al tiempo que como precuela de algunas de las películas que han forjado la admiración generalizada que despierta su realizador, caso de Malas calles, Uno de los nuestros, Casino o la misma El irlandés. Pero, al mismo tiempo, Scorsese opta esta vez por un ritmo más pausado, cercano al de sus filmes de temática religiosa (la polémica La última tentación de Cristo, Kundun o muy especialmente la magistral Silencio), que aboga por reducir las elipsis al mínimo; y que le sirve para situar al espectador en el marco espaciotemporal en el que se desarrolla la historia, al tiempo que despoja de todo glamur a los actos criminales que salpican la trama. Curiosamente, esta última decisión por parte de Scorsese lo acerca más al costumbrismo antiépico con el que su amigo Francis Ford Coppola retrató a la mafia italoamericana en la inmortal El Padrino que a sus propios filmes sobre el crimen organizado, mucho más inmorales en el sentido en que apuestan por que el público logre empatizar con los gánsters que los protagonizan.
Por lo demás, cabe mencionar que es la primera vez que coinciden sus dos actores fetiche, el del siglo pasado y el de este, bajo su dirección: Leonardo DiCaprio ofrece aquí el que podría ser su mejor trabajo hasta la fecha, y Robert De Niro se aleja de productos alimenticios y registros sobados y nos recuerda una vez más por qué es el actor más admirado de su generación; ambos están soberbios en sendos roles concebidos para repeler cualquier intento de empatizar por parte del espectador. Dándoles la réplica, deslumbra el descubrimiento de Lily Gladstone, que sale más que airosa de tan difícil reto empleando mucho más la mirada y las expresiones faciales que los diálogos... por otro lado espléndidos, escritos por el director en colaboración con Eric Roth (aquí en su mejor libreto desde los tiempos de Munich y El buen pastor). Todo ello, elaborado con gusto exquisito hasta alcanzar un epílogo brillante, con cameo de Scorsese incluido, que culmina un film llamado a ser revisitado una y otra vez en tiempos venideros sin que pierda un ápice de su valía. Lo que viene siendo un clásico, vaya.
Por su parte, The Marvels no será jamás un clásico, pero ni falta que le hace. Estamos ante el nuevo capítulo, uno más, de ese serial superheroico y culebrón protagonizado por gente en pijama que, ríete tú de Amar es para siempre, empezó en 2008 (¡hace década y media!) y que por el momento cuenta con una programación diseñada a varios años vista y publicitada sin reparar en gastos por parte de Marvel Studios. No obstante, una vez consolidado el proyecto y materializado tanto en la gran pantalla como en la pequeña, este ya no se dirige única y exclusivamente a los lectores del material original -de hecho, quienes conocemos a los personajes y su idiosincrasia por haber leído los cómics ya somos franca minoría-; y es que la productora ha sabido construir un fandom propio a la vez que ha optado por diversificarse y dirigirse a grupos de espectadores de lo más variopinto.
¿Y cuál es el target objetivo de un producto como The Marvels? Pues el público infantil y juvenil, principalmente; y más en concreto, el de chicas adolescentes que hasta hace bien poco no contaban con referentes con los que identificarse con facilidad, y que aquí tienen nada menos que a tres protagonistas femeninas en las que proyectarse, interpretadas por Brie Larson, Teyonah Parris y la joven Iman Vellani; un trío de personajes que relega al Nick Furia de Samuel L. Jackson, que viene de protagonizar la serie Invasión secreta, al papel de mero comparsa. Nada más lejos, pues, de la idea abstracta de un espectador modelo que tendría en mente Scorsese cuando se propuso adaptar el reportaje homónimo de David Grann. Pese a ello, y aunque acudí al cine con todas las reticencias posibles dada su apariencia de obra menor y un tráiler que no me acababa de convencer, me he encontrado con una propuesta con la que se puede comulgar o no; pero que, lejos de revelarse como un artefacto gratuito, se me antoja un film pensadísimo y con un discurso diseñado al milímetro como base que lo sustenta.
Como prueba de lo dicho, aquí van tres apuntes por orden de aparición: en su primer acto, el espectador es testigo de cómo Carol Danvers, Monica Rambeau y Kamala Khan (prefiero usar sus nombres civiles antes que sus alias) se intercambian constantemente de lugar cuando usan sus respectivos poderes a un tiempo. Este hecho, aceptable dentro de la lógica fantástica del relato, favorece un montaje espídico en la línea del promulgado por Michael Bay desde que empezó a facturar blockbusters en los años noventa, y aproxima la gramática del relato a los usos de la generación de TikTok y a su incapacidad para mantener la atención durante más de un minuto sin recibir un chute de endorfinas a cambio... y que, insisto, son el grueso del público objetivo de la cinta. En segundo lugar, y hacia la mitad de la película, las tres protagonistas llegan a un planeta cuyo idioma parece ser el inglés pero solo en registro melódico: es decir, cantan en lugar de hablar, un hallazgo brillante del que me pregunto cómo no se había utilizado antes, y que nos permite ver y escuchar a Brie Larson cantando (imprescindible, como siempre por otro lado, disfrutarlo en VO) en una suerte de homenaje al cine de Bollywood. Y para terminar, la solución a un grave problema logístico que podría suponer la muerte de un gran número de personajes pasa por convertir al gato de la Capitana Marvel y su progenie en un remedo del Alien de Ridley Scott con banda sonora del mítico musical Cats tan desternillante para el espectador como aterrador para muchos figurantes.
En esta última dicotomía radica uno de los mayores logros del film: no hay una identificación forzada entre lo diegético y lo extradiegético, ni la narrativa se aproxima al territorio de lo paródico rompiendo la lógica interna del relato (toma nota, Taika Waititi): el humor surge de la mirada del realizador, aquí una Nia DaCosta todo lo inspirada que se puede estar en un film de estas características, así como de la reacción del espectador; pero nunca llega a contagiar a unos personajes que en ningún momento actúan de forma incoherente y viven cada acontecimiento de la forma esperada según la naturaleza que este suceso presente. Lo mismo puede decirse de sus respectivos intérpretes, desde las que son cabeza de cartel hasta el último nombre de los títulos de crédito: todos están estupendos en el desempeño del rol que les ha tocado en suerte. La suma de todos estos factores acaba por hacer de The Marvels una de las entregas más sugerentes y atípicas de la saga, muy en la línea de la reivindicable Eternals, pero apostando por la comedia desenfadada en lugar de por el drama solemne.
En resumidas cuentas: que cuando se trata de buen cine no hay por qué elegir, pues se puede disfrutar de todo en su término justo. Así que no me sean talibanes, ni de un lado ni del otro de esta supuesta guerra santa, y vayan a ver ambas. Eso sí: recuerden llevar al pase de The Marvels el alma del niño que una vez fueron; y al de Los asesinos de la luna, mejor vayan con el estómago lleno y la vejiga vacía.
Los asesinos de la luna y The Marvels se proyectan en cines de toda España.
Te agradezco muchísimo la dedicatoria, es para mí un honor. Leí varias veces el artículo e hice algunos apuntes, pero no fui a clase y no pude enseñártelos. No he podido ver aún The Marvels, igualmente y después de tu opinión positiva (de las únicas que he leído que la traten de excelencia), debo verla y así poder leer este artículo con más criterio. En cuanto a tu valoración sobre la nueva obra maestra de Scorsese, pienso que has descrito excelentemente todas las virtudes que componen la cinta, la cuál es puro cine (así mismo cómo las inspiraciones que ya citamos a Sr° Francis Ford Coppola), redactas que da gusto. También me gustaría destacar nuestra coincidencia en la opinión sobre la duración, y es que, la gente es capaz de tragarse 4 horas seguidas de series de Netflix como «Sex education» o «Stranger Things», pero luego manifiestan quejas con las 3 horas de Scorsese. Te repito mis agradecimientos, no es ninguna broma que me hace muchísima ilusión y me anima a seguir mi meta como futuro crítico de cine.
Nos vemos el lunes y ya hablamos de algunos estrenos que se están dando, cómo «The Killer» de David Fincher. Ha sido un honor contar con su apoyo y reconocimiento.
Gracias a ti por tus palabras. Nos vemos donde siempre. 🙂