El Diván de Juan José Torres

Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir

El título no está escogido al azar y es uno más de entre los miles de enunciados y otras consignas del Movimiento 15 M, ese levantamiento engendrado en las redes sociales y que ha contagiado a una ingente población joven a manifestar su Indignación, ya no hacia un gobierno en concreto, sino señalando a un sistema económico de difícil salida.
El germen que prendió este tsunami social lo incubó una incipiente organización: Democracia Real, Ya. Su presencia permanente en la madrileña Puerta del Sol y en cientos de plazas españolas ha creado un debate antes inexistente y ahora necesario. Cuanto menos ha provocado que se ponga en duda la honorabilidad de unas instituciones políticas inamovibles y un sistema financiero egoísta e injusto.

Me alegra sobremanera que muchos ni, ni (los llamados que ni estudian, ni trabajan) despierten del letargo de hibernación y se asocien a los que no pueden proseguir sus estudios porque no pueden costearse un máster, a los que trabajaban y quedaron en la calle, a los que el impago de las hipotecas les abocó al desalojo, a los que una vivienda digna y propia les suena a utopía, a los que un primer empleo se antoja un imposible, a los cada vez más numerosos sin techo, a los que tienen el sueldo años congelado, a los que trabajan sin estar asegurados, a los que les ofrecen contratos basura, a los que protestan desarmados y son apaleados por policías represoras.

La gran mayoría ya no creen en los partidos que proclaman, a los cuatro vientos, que les representan. La clase política se ha ganado a pulso su propio descrédito calentando sillones, engordando el bolsillo, predicando con el mal ejemplo, asegurando sus hermosas pensiones en sus dignas mansiones y los más avispados en actividades inmorales y negocios corruptos. Ellos, los de la Democracia Real, Ya, no creen en este tipo de Democracia. Yo tampoco, porque este bello concepto que deleitaban los filósofos griegos o su sentido populacho que acuñó la Revolución Francesa queda, hoy, vacío de contenido. Democracia no es votar cada cuatro años y ya está.

DEMOCRACIA, con mayúsculas, es realizar un seguimiento permanente de las responsabilidades y obligaciones de nuestros políticos; que no se olviden ni un ápice de sus promesas; que no desvíen los problemas reales en otros focos frívolos de atención. Los Indignados recuerdan al Ejecutivo que el Consejo de Ministros firmó leyes y reformas laborales y de pensiones que minimizan las viejas conquistas y los sagrados derechos; recuerdan al PP que ellos harán y defenderán el mismo modelo y que los gobiernos son esclavos de los mercados financieros; que es el Sistema Económico quien se lleva por delante a las clases medias, quien hunde en la mierda a los pobres de siempre y a quien le importa una mierda la desgracia ajena.

Mientras se prejubilan cincuentones con experiencia, los currantes mayores son tirados por la borda y se amplía la edad de jubilación, los jóvenes necesitan esperanzas, primeros y dignos empleos, sanidad sin copagos, acceso a la educación sin privatizaciones, y todo eso para contárselo a sus hijos y a sus nietos si es que llegan vivos, sanos y con pensión. Y a los políticos abolición de la inmunidad, sanciones inmediatas por incompetencia, supresión de rentas vitalicias; control bancario, acoso al fraude fiscal y eliminación de los paraísos monetarios, modificación de la Ley Electoral que garantice una transparente representatividad, eliminar el Senado, depurar las Diputaciones y cuestionar la Corona.

Asuntos entre otros muchos que usted ha comentado en petit comité más de una vez, que son tema de conversación en cualquier parte y nunca lo hemos dicho ni alto, ni claro públicamente. Los Indignados, cansados de esperar, se han movilizado para denunciar lo que usted piensa en privado. Y yo como firmante de la columna testifico y me adhiero a este pacífico movimiento. El mutismo, por el contrario, otorga.

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