Cartas al Director

Sobre los problemas para alquilar vivienda en Villena

Imaginen si en lugar de hablar de jóvenes de Villena, con estudios, trabajo y familia, hablamos de jóvenes migrantes buscando una vida más digna…

Hoy escribo este artículo con dos principales motivos: contarles un problema que existe en nuestra ciudad e intentar hacerles ver las dificultades personales que desentraña este rompecabezas para muchos jóvenes.

Para presentarles el problema, déjenme ponerles en situación e imaginen conmigo. Imaginen ustedes que tienen 23 años, acaban de terminar sus estudios y vuelven a casa de sus padres una vez terminada la universidad, el grado formativo, o lo que deseen estudiar, ya que, al fin y al cabo, es su sueño.

Tras el verano, llegan las fiestas, y tras estas, nos arrolla el curso y la necesidad de reengancharse a la vida. ¿Qué harían ustedes con 23 años y un título en el bolsillo? Puede que quizás decidan buscar trabajo para empezar a forjar una vida independiente y autónoma. Imaginen que es así, y ya que estamos, imaginen también que tienen suerte y a los pocos meses de empezar con su búsqueda de empleo encuentran un puesto de trabajo que les satisface. Entonces empiezan a cobrar y a generar unos pequeños ahorros mientras todavía siguen en casa de sus padres. Con la ilusión de empezar a saborear los placeres de la vida adulta y emancipada, sueñan con tener su propio hogar. Imaginen entonces, que tras superar el periodo de prueba en la empresa les ofrecen un contrato indefinido.

Tras unos cuantos meses el siguiente paso es lógico ¿Verdad? Ya tienen 24 años, trabajo, ahorros, capacidades de supervivencia desarrolladas a lo largo de los años de crianza junto a sus padres, y perfeccionadas en la época universitaria... Solo les falta el piso. Imaginen que no tienen pareja, y como no saben lo que les va a deparar la vida, no se pueden atar a una hipoteca, así que se ponen a buscar alquiler. En dos tardes han visitado presencialmente todas las inmobiliarias de Villena, y lo primero que les sorprende es la falta de oferta, y lo segundo, que necesitan un compañero de vivienda para afrontar el precio de la vida emancipado. Pero imaginen que son ustedes muy optimistas y piensan que es solo mala época y que en unas semanas, o meses, la cosa se arregla. Hablan con un amigo o amiga, y les convencen para que les acompañen en la aventura de compartir pisito siendo adultos: “como en Friends” le dices.

Mientras tanto, ustedes que tienen mucha gana de irse de casa de sus progenitores, no dejan de pasarse por las inmobiliarias, y de mirar en páginas web como fotocasa, idealista, milanuncios y hasta Wallapop. Sin embargo, imaginen que no tienen suerte, y cuando llamas a un particular, resulta que te dice: “lo acabo de alquilar”. Cuando pasas por las inmobiliarias te enteras de que no contactan con la gente de la lista de espera “porque hay tanta demanda que sólo poniéndolo en la web recibo tantas llamadas que no utilizo la lista de espera”. Cuando te estas tomando algo en Santiago te enteras de que “un conocido de nosequien, al ser primo de tal y tal, le ha alquilado un pisico muy apañao a nosecuantos” Y así, día a día, ustedes siguen persiguiendo un sueño esquivo y que parece inalcanzable: irse a vivir por su cuenta.

Este es el problema que quería contarles: la escasez de vivienda de alquiler en Villena, y en muchas otras localidades, y su difícil acceso para cualquier persona joven. Ahora me gustaría hablarles de las dificultades personales que enfrentan esos jóvenes que con apoyo familiar, red social, estudios, casa y trabajo, no pueden dar el siguiente paso vital por falta de oferta. Piensen en sus frustraciones diarias, imaginen cómo tienen que posponer sus sueños e ilusiones. Figúrense su situación, tienen todas las necesidades cubiertas, pero son incapaces, dada la coyuntura, de poder continuar su proyecto de vida. ¿Qué harían ahora? ¿Se irían de Villena? ¿Renunciarían a un trabajo en pos de la búsqueda de una vivienda en otra ciudad? ¿Quizá una ciudad más grande? ¿Alicante? ¿Valencia? ¿Madrid?... Déjenme pensar que esta realidad perjudica gravemente el tejido social joven de nuestra ciudad.

Pero no nos quedemos aquí, démosle una vuelta de tuerca e imaginen que ese joven de 24 años, formado, con apoyo social, con empleo fijo, con una vivienda familiar, con ahorros y nacional… en realidad es un joven migrante de 19 años, con un curso de mozo de almacén, con permiso de trabajo y vivienda, con empleo fijo, con ahorros… pero sin red social y sin vivienda familiar. Imaginen las tremendas dificultades personales de ambos jóvenes, pero sobre todo del segundo. Imagínense en un país que no es el suyo, donde les es difícil comunicarse, realizando empleos pesados y duros que muchas personas rechazarían, navegando en la compleja y tramposa burocracia española para conseguir un permiso de trabajo, con la ilusión de encontrar una vivienda donde poder descansar, comer y dormir, para poder realizar otra jornada laboral mañana, y así cobrar al final del mes.

Al inicio de este artículo les mentí, este texto no tiene solo dos intenciones, tiene otra finalidad más: la de presentar y concienciar sobre una de todas las dificultades que atraviesan muchos jóvenes. En especial aquellos que tienen la suerte de transitar por las viviendas de emancipación Piso Don Bosco Villena y Piso Ángel Tomás que la Fundación Iniciativa Solidaria Ángel Tomás (FISAT) gestiona en Villena. Y digo suerte, porque muchos otros jóvenes extranjeros no tienen la posibilidad de pasar por estas viviendas.



Estos dos pisos proporcionan un hogar y comida a jóvenes sin trabajo, ni vivienda, ni estudios que están en nuestro país y que al llegar a la mayoría de edad abandonan los centros donde los tienen acogidos. Estos jóvenes necesitan aprender mucho sobre nuestra sociedad y desde los pisos de emancipación se les proporciona tanto apoyo administrativo y lingüístico, como de búsqueda y mantenimiento de empleo. Se trabaja en mejorar sus habilidades en las tareas domésticas y del mantenimiento del hogar, en la economía personal, en las habilidades sociales y en la gestión del día a día de una vida adulta… La gran mayoría de los chicos que pasan por estas viviendas, consiguen regularizar su documentación para poder trabajar, encuentran trabajo, generan ahorros, mejoran su castellano, aprenden a cocinar, a comprar, a tender, a limpiar, a pedir una cita con el médico y a buscar una vivienda de alquiler que parece no existir. Todo ello deprisa y corriendo, en unos cuantos meses, ya que su estancia tiene fecha de caducidad, para que otros jóvenes puedan disfrutar de las ventajas que este recurso proporciona.

Desde los pisos de emancipación trabajamos con la simple intención de dar la oportunidad a estos chicos para que puedan perseguir ese sueño que deseamos todas las personas: tener una vida mejor, más digna.

Por: Rafael Román Beneyto

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