Vida de perros

Sprinta, que no llegamos

Y si bien es cierto que frío hemos estado pasando un rato a lo largo de la última semana y no sabemos cuánto queda, no podemos quejarnos porque no fue menos el calor que soportamos durante el interminable verano que la precedió. Pero dejémonos de hablar del tiempo, yo, y entremos en materia sin mayor dilación. Parece que cuando alguien se anda con rodeos ocurre que la idea que quiere trasmitir es dolorosa o vergonzosa. En el caso que nos ocupa, aquello que tengo que decir no es tanto la una ni la otra, tan sólo reconocer que me he equivocado, que me equivoqué: reconocer el error que cometí hace aproximadamente un año al llamar al período transcurrido hasta hoy (y desde hoy a mayo) El año del pelotazo. Me equivoqué, y todavía no acierto a concretar si para bien o para mal.
Recuerdo que en aquella ocasión, lejano febrero de 2006, les hablé del posible despliegue que el actual equipo de gobierno, siguiendo la línea habitual que marca la vida política, llevaría a cabo con el objeto de deslumbrar, poner fuegos de artificio a su legislatura: el pelotazo. Me centraba entonces, como hoy también haré, en las áreas de Juventud y Cultura, trayéndolas al asunto como aquellas olvidadas áreas de las que se echa mano cuando se quiere quedar bien mediante actividades lúdicas y vistosas. Pero como bien han podido ustedes comprobar, la predicción que yo les di y que pasaba por florones y oropel era errónea: ni tan siquiera hemos tenido –a no ser que guarden el disparo final para el final– dichos fuegos de artificio. Los motivos los desconozco, aunque ya escucho las prontas –y casi siempre sabiondas– voces que nos hablaran de problemas presupuestarios. En cualquiera de los casos no debemos confiarnos, puesto que todavía quedan unos meses para consumar dicho año del pelotazo, con sus siempre esperadas (y, habrá para quien, deseadas) sorpresas. Será cuestión entonces de sprintar hacia la línea de meta, puesto que los días pasan rápidos y cualquier actividad de gran magnitud conlleva consecuentemente un largo y arduo trabajo.

También podría ocurrir que desde el centro de toma de decisiones se optara por otra postura. Que decidieran en esta ocasión no despilfarrar el presupuesto a tontas y a locas en actividades florero: pomposas, onerosas y esporádicas, para así dedicarlo a otras que verdaderamente importan por escasez o necesidad (y que obviamente no tendrán nada que ver con las áreas anteriormente citadas). Aún así me parecería una postura mucho más coherente: tanto por la distribución que da al contenido de nuestras arcas, como por la valoración implícita acerca de lo que nos da y lo que nos queda tras la fastuosidad del despilfarro.

No puedo evitar cerrar esta columna sin mostrar mi malestar que pese al inexistente pelotazo nos ha dejado el pasado año en cuanto a Cultura y Juventud se refiere. Nada que quepa en este artículo, pero que iremos tratando con detenimiento. En cualquier caso, reflexionando sobre el asunto pienso que el pelotazo bien podría haber supuesto alguna gran actividad que prometiera continuidad, que pudiera enriquecerse y crecer año tras año y que contara necesariamente con la participación de quienes desarrollan una labor cultural en esta Villena, de quienes quieren comenzar a involucrarse en la vida cultural, entendiendo la Cultura como algo que recoge algo más que las Artes y las Fiestas –las nuestras, que además ya cuentan con concejalía propia–. Que se podría haber aprovechado el dichoso pelotazo para dejar un algo que se desarrolle a través de las personas, con implicación ciudadana y al otro lado de la vida política.

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