El Diván de Juan José Torres

Suprímanse los Plenos, por favor

Alguien podría pensar que el titular es exagerado, gratuito y hasta absurdo, pero si los alarmistas reflexionan, como es mi pretensión, quizás me den, aunque sea un poco, la razón. Los plenos tienen como único cometido aprobar, mediante mano alzada, los acuerdos que se estimen oportunos. Muchas veces las propuestas de unos y otros son rechazadas y su vuelta a escena dependerá si son modificadas y luego consensuadas para la unanimidad. En nuestro ayuntamiento hay mociones que no prosperan y otras alcanzan el éxito de la votación, pero el Sí o el No equivale, en demasiadas ocasiones, a lo mismo: Sí pero No.
Como todo el mundo sabe al ayuntamiento de cualquier ciudad concurren distintas formaciones políticas, por más que considero que resultarían más ventajosas las listas abiertas. Una vez conformado el equipo de gobierno, los grupos de la oposición y los representantes en las distintas comisiones comienzan un delicado trabajo cuyo objetivo final es la aprobación de propuestas, o no, en el Pleno Municipal y su ejecución, si es posible, en los plazos previstos. En demasiadas ocasiones hay mociones aprobadas que necesitan del visto bueno de Administraciones superiores, autonómica o nacional. En estos casos aquí finaliza la gestión municipal, esperando respuestas.

Pero muchas otras gestiones son de exclusividad consistorial: su estudio, presupuesto, viabilidad, plazos y ejecución. Para estos menesteres están creadas las distintas Comisiones Municipales, donde el debate es previo; si ha lugar, y con los votos favorables, se consulta a los Portavoces de los Grupos; finalmente las propuestas se examinan en el Pleno, máximo órgano de la democracia local, que decidirá el Sí o el No de cada cuestión. Antes de llegar las propuestas al Pleno deberían tener todas las partes los informes técnicos o jurídicos, en su ámbito municipal, encima de la mesa para su estudio.

En nuestra ciudad no ocurre casi ninguno de estos requisitos. La oposición recibe propuestas para debatir en los plenos in extremis, casi a última hora y sin posibilidad para la reflexión; en otras ocasiones no se adjuntan los correspondientes informes y, si aparecen, son para inhabilitar resoluciones de Pleno, es decir, tarde y fuera de lugar. Pero lo que se antoja inaudito es que la oposición saque adelante, con la nueva mayoría, mociones concretas en los Plenos y el Gobierno Municipal los desautorice, los cuestione o, simplemente, no los ejecute porque no son los suyos. ¿Para qué sirven los Plenos entonces? ¿Acaso no es una pérdida de tiempo? El equipo de gobierno de nuestro ayuntamiento nos tiene últimamente acostumbrados a bloquear acuerdos del Pleno. Aunque hay otros antecedentes pongo como ejemplo la rebeldía respecto al tráfico de la calle Luciano López Ferrer, que habiéndose aprobado su apertura, entre semana y quedando peatonal tan sólo sábados y domingos, la alcaldesa niega su cumplimiento. No satisfecha propone recogida de firmas para revocar lo aprobado y, además, en el vestíbulo del Teatro Chapí, edificio público como ustedes saben.

Que recogiera firmas el PP en su sede o en la vía pública sería más sensato. Al Grupo Verde se le prohibió una mesa informativa en la puerta de su casa y en plena Feria Alternativa por presunta politización. El PP es incapaz de politizar, ¿verdad?

Se suspenden los plenos a las doce de la noche y quedándose Puntos del Día sin resolver, se sugieren luego dos plenos al mes y ahora el PP vuelve a la carga con sólo uno y de nuevo hasta media noche. Si las reglas del juego no son respetadas, si una minoría quiere imponer su criterio y voluntad a la mayoría, la Democracia queda vacía de contenido. Y si esto es así, suprímanse los plenos, pues.

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