El Volapié

Tarifa plana

Tengo tarifa plana para depilarme. Entre el triunfo de Rubén Pinar y la corrida de rejones, andaba yo relajándome en la playa de los Arenales, y eso le estaba explicando mi vecina de sombrilla a su amiga. ¡Tarifa plana para depilaciones! ¡Qué buenos negocios surgen alrededor de las mujeres! ¡Qué buenas estaban las dos!
Antes de que las feministas se me tiren a la yugular, quisiera rogarles que lo hagan en proporcionalidad directa a su activismo contra la ley sálica o contra la discriminación femenina en las fiestas. Y lo pido por favor.

Me gustan las mujeres con locura y por eso me parece fenomenal que se depilen continuamente. En verano ya tenemos bastante con el asco del calor como para tener que aguantar los matojos. Confío que se aprecie el animus jocandi de la columna de hoy.

También disponen de tarifa plana los matadores de toros que basan su carrera en las revistas del corazón y de la entrepierna. No daré nombres para evitar las querellas, que sólo me faltaba una multa millonaria con la que está cayendo. Es suficiente con la perspicacia de todos ustedes para que los tengan ahora mismo en mente.

Llegan a las plazas en medio de una marea de entusiastas y algún que otro entusiasta -¿ves Bibiana como no es difícil?-, con severa escolta policial, saltan al ruedo con un público predispuesto al triunfo, y con nada que hagan saldrán por la puerta grande, serán portada en la prensa rosa y titulares en los sucedáneos del tomate. Se forran con toros terciados y con olor a after shave, en plazas de pueblo y de segunda sin vitola, como máximo, no se atreven a dar la cara en las ferias importantes y en Madrid no pintan lo más mínimo. Sus olés suenan con timbre femenino, sus triunfos insultan a los que de verdad se juegan la vida en los ruedos y sus medallas deberían ser de la señorita Pepis. Es este otro negocio que funciona porque es del agrado de muchas mujeres.

A partir de aquí me pondré mucho más serio pues frivolizar sobre el caos en que se halla sumido el Partido Popular de Villena sería injusto y falto de tino. Supongo que lo más prudente es esperar a que se conozca el resultado de las elecciones a la presidencia local del próximo 9 de julio, y a partir de ahí comenzar las cábalas. Lo normal y razonable será la enésima victoria de Celia Lledó, que deberá convertir su poder en una tarifa planísima para eliminar de su equipo todo asomo de hostilidad. Me parece que antes de votar, todos deberían pactar que tanto en la victoria como en la derrota han mostrar un comportamiento democrático y asumirla con deportividad. Quien gane lo celebrará y quien pierda se pondrá a explicarlo. E inmediatamente después todos deberían apoyar al triunfador, y quien no lo acate que se monte en un Airbus y permita que el mundo camine en paz hasta las próximas urnas.

En caso contrario contrataré una tarifa plana para que Santa Rita nunca se quede sin alumbrar.

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