Opinión

Un sábado de gloria como otro cualquiera

“Esta costumbre que tienen los de Centro de olvidar a la gente a los cinco minutos de haber sentado el culo en algún trono…”

Recuerdo aquella sala de la universidad de Alicante en la que mi hijo mayor presentó su trabajo de fin de carrera delante de aquellos profesores circunspectos. Su madre y yo escuchando embobados y orgullosos aquella catarata de palabras que caía en los oídos de quienes iban a juzgarle. Embobados porque no teníamos ni la más remota idea del significado de todos aquellos términos científicos y orgullosos porque, para quienes no habíamos podido acceder a estudios superiores, aquellos momentos eran la culminación de un anhelo cumplido en nuestros descendientes.

Años después asistimos en Valencia a la ceremonia de la entrega de orlas de nuestro segundo hijo. De ese día recuerdo la emoción contenida de los discursos de sus profesores, felices por haber conducido a sus alumnos hasta aquel instante. Aquellos jóvenes eran la imagen de la belleza más allá de estereotipos o formas reconocibles. Aquel grupo de chicas y chicos que subieron al escenario del salón de actos ansiosos por escribir nuevas y hermosas páginas en el libro de su vida eran la música de la belleza.

¿Qué habrá sido en diez años de l@s cuarenta y nueve de la promoción 2006-2009 de Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones de Alicante? ¿Y en cinco de l@s sesenta y ocho  de la 2010-2014 del Grado de Comunicación Audiovisual de Valencia? Posiblemente casi nadie se incorporó al mundo del trabajo y como últimamente estudiar una carrera no sirve para nada, casi tod@s harían un master de uno o más años que sus padres pagaron con esfuerzo y (otra vez) con orgullo. Seguramente cuando terminaron esos estudios se tuvieron que quedar a vivir en las ciudades en las que podían encontrar trabajos acordes con su formación, de manera que (nuevamente) apareció el esfuerzo y el orgullo de los padres para que sus hij@s pudieran sobrevivir durante su búsqueda de empleo.

Este sábado gris por reincidente aunque la luz del sol lo inunde todo, pienso en aquellos jóvenes que tanto se esforzaron por llegar algo más lejos que su padres, porque se sabe que muchos de ellos se tienen que limpiar  a diario el lodo de las suelas de las botas en la jungla que riegan y alimentan los ladrones de sueños. Algunos no han podido resistir en sitios donde los salarios se consumen en billetes de metro y alquileres. Otros ya se han rendido y estarán a esta hora colgándose el mandil de camarero.  ¿Qué queda entonces de toda su belleza? ¿Cuáles serán ahora sus planes de futuro?

Algunos reyes que pensábamos todos que ya no “trabajaban” se jubilan...

Esta mañana, mientras hablan y entierran las rencillas, mientras pactan y olvidan las promesas. Cuando caen en la cuenta de que no era preciso mirar tanto a la Izquierda si, al final, casi todos pueden llegar a ser amigos en el  Centro. Mientras algunos jueces bostezan en las salas donde estaban escritas las sentencias antes que el sospechoso hubiese delinquido. Mientras que los señores de la Tierra, que habitan en despachos suntuosos alfombrados con pieles de los pobres de países exóticos, elaboran programas de gobierno y algunos reyes que pensábamos todos que ya no “trabajaban” se jubilan. Esta mañana de un sábado de gloria como otro,  en la que los abuelos vigilan en los parques a los nietos de los que cuidan toda la semana para que la pareja que les trajo al mundo acuda a trabajar por un módico precio y las “yayas” preparan la comida por amor y descanso de sus hijos…

Esta mañana en la que todo apunta a que repetiremos los errores de siempre, cruzo los dedos para que esta costumbre que tienen los de Centro de olvidar a la gente a los cinco minutos de haber sentado el culo en algún trono, no nos conduzca, de victoria en victoria, de desencanto en desencanto, a las Tierras de las Urnas Vacías, a la derrota final a manos del fascismo.

Por: Felipe Navarro

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Un comentario

  1. Una muy buena reflexión, pero matizar que casi todo es debido a que permitimos que siga pasando porque no actuamos cuando debemos hacerlo. Aceptamos puestos de trabajo mal pagados y con horarios ilegales, pero lo peor de todo, no denunciamos estas situaciones donde deberíamos hacerlo, con lo que siguen engañando a otros si a nosotros no lo han hecho. En fin, todo lo que sucede es por dejadez en no hacer nada, en pensar que para qué, total no va a servir de nada, ya partimos de la base que no va a servir de nada, ¿pero alguien se ha parado a pensar que si todos hiciéramos las cosas bien, al final si que cambiarían? Pues va siendo hora de ponerse las pilas y empezar a actuar, porque sino, nuestros hijos, o nuestros nietos si es que nuestros hijos pueden permitirse tenerlos, no van a tener futuro alguno y van a seguir siendo engañados por quienes permiten que esta sociedad esté sumida en el caos de unos pocos que tienen amordazados a la mayoría.

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