Calle Mayor

Una hora de moros

El cierre de esta revista especial siempre coincide con las Hogueras de Alicante. Lo que me hace escribir este artículo inmerso en ellas. Sobre las fiestas de Alicante me contaba Alfonso Esquembre, reciente Premio El Tito y festero con el número 1 por antigüedad: “Prefiero una hora de Moros a varios días de Hogueras”. Creo que muchos festeros suscribirían estas palabras.
En asunto de fiestas, está claro que para cada uno las suyas son las mejores. Cuestión de identificación. De sentimiento. De señas de identidad. Quede claro, desde el inicio de estas líneas, que no todo el mundo es festero. Y que hay muchos que abandonan la ciudad. Se van de Villena del 4 al 9. Huyen de Alicante del 20 al 24 de junio. Partimos de esa premisa.

Pero ello no es óbice para llevar a cabo una reflexión sobre la que muchos reparan en los corrillos pero que difícilmente se puede ver negro sobre blanco publicada en revistas y ensayos. En numerosos pueblos de la provincia las fiestas de moros y cristianos se viven con mayor intensidad con la que la capital vive sus fiestas de Hogueras.

Si nos ceñimos a la participación, no hay dudas. En Villena hay más socios en las catorce comparsas de moros y cristianos que en Alicante comisionados en los 89 distritos que tiene la Fiesta, incluidos los foguerers y barraquers.

Pero a los censados, a los participantes directos en la fiesta, cabría añadir los no festeros que viven la celebración con tanta pasión como el que más. En este sentido, es de destacar cómo vibran las poblaciones que celebran los moros y cristianos, frente a la ‘frialdad’ con la que afronta el común de los alicantinos su celebración, a pesar del calor del solsticio de verano.

En los desfiles se aprecia con claridad. Mientras en los moros y cristianos se dan las condiciones para que se establezca una comunión entre festeros y espectadores (y los cabos hacen muy bien el papel de mediadores), en las fiestas de Hogueras esta mediación es más complicada. Esta comunión, bien es cierto, se ha logrado en un acto pirotécnico, la Mascletà de las dos de la tarde, que implantó el alcalde Lassaletta hace menos de treinta años, pero que se ha arraigado como un momento grandemente vertebrador.

Hablando de vertebrar, también contribuyen lo suyo los festeros de la provincia, que se trasladan a Alicante cuando el calendario anuncia fiesta, no sólo como espectadores, sino también como protagonistas en el Desfile Folklórico de la noche del 23 de junio, que se celebra desde hace 53 años.

Que me busquen en Villena
¿Vale más vivir una hora de moros y cristianos que un día de Hogueras? Si lo preguntásemos en Elda, Petrer, Sax, Biar, Castalla, Onil, Ibi, seguramente dirían que sí. ¿Y en Alcoy? ¿Qué dirían en Alcoy sobre el particular? Siempre he tenido curiosidad por la prudencia que muestran alcoyanos con mando en plaza (hasta un alcalde) acerca de las fiestas de la capital en contraposición con las de su pueblo.

Alfonso Esquembre, que no tiene pelos en la lengua ni nunca los ha tenido, tiene clara su preferencia. Un alicantino enamorado de las Hogueras hasta el punto de haber coordinado el libro que conmemora los 90 años de Fogueres, Juan Carlos Vizcaíno, tiene muy claro que, si se pierde del 4 al 9 de septiembre, le busquen en Villena. Para él, el grado de implicación de la población con la fiesta, de los que desfilan y los que no, es un modelo a seguir. Aunque haya quienes esa semana se vayan de vacaciones.

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