Vida de perros

Villena y sus calles

Al parecer (tal vez para no ser redundantes y cansinos) uno de los problemas destacados en nuestra Villena es el corte que la calle Luciano López Ferrer sufrió tras la remodelación del Paseo Chapí. Una medida tomada quizás sin poner en una balanza los pros y los contras, pero que sirvió para resaltar tanto el Paseo como el Teatro en el momento de presentar el nuevo Paseo a la ciudad.
Una medida cuyo impacto parece oportuno volver a valorar ahora, transcurridos unos meses. Pero una vez más nos encontramos con un ayuntamiento compuesto en su mayoría por posturas inamovibles e impositivas. Y si uno de los grupos dice que no (y si pudiera impondría ese criterio) el resto dice que sí e impone su criterio. En medio, como siempre, las criaturas –ciudadanía– contemplando la vulnerabilidad de su bienestar.

Y si fue Aureliano, durante largos años vecino del Paseo, quien me hizo dudar de la legitimidad y representatividad de la Asociación de Vecinos del Paseo Chapí y aledaños, más tarde me bastó la lógica para entender que difícilmente estarían satisfechas con el desvío del tráfico las cientos de personas que viven alrededor del Paseo y que han visto quintuplicado el tráfico de vehículos que transcurre delante de sus viviendas. Por mucho que lo intente no puedo imaginar a nadie viviendo con alegría el continuado sonido de los motores. Así que pese a considerar una ganancia para los y las peatones el tramo de calle ganado al tráfico, me parece que hay que considerar la molestia que ocasiona al vecindario. Como nota al problema hay que considerar, y por fortuna ha aparecido un estudio, las modificaciones en el Paseo que cumplan con las normas de seguridad necesarias para relacionar la zona de recreo con la calzada.

Pero si hablamos de calles y nos trasladamos a uno de los extremos de la ciudad, allí donde se construyó aquella extraña rotonda, también nos encontramos con otras curiosas intervenciones en el tráfico. Concretamente entre la Avenida Juan 23 y el cuartel de la Guardia Civil. Allí no sólo se ha impuesto el sentido único a todas las calles, obligando a los consiguientes rodeos, sino que se ha decidido que todo el aparcamiento se realice en batería. Esta intervención ha convertido esta pequeña zona de anchas calzadas en un túnel acotado por coches aparcados que en cualquier momento pueden aparecer en la vía dando marcha atrás, o desde donde pueden aparecer peatones que cruzan la calle entre los vehículos aparcados. La zona, que quizás podría adolecer de cierta escasez de aparcamientos, de pronto se ha convertido en un parking donde siempre hay plazas pero que no deja espacio abierto. Como en el ¿no querías café?, pues toma dos tazas, parece que en Villena no somos capaces de apostar por ejemplo por cerrar la Luciano López Ferrer los fines de semana.

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