Calle Mayor

José Fernando y yo

Un día lluvioso de Pascua, al mirar atrás, nos preguntamos si ha merecido la pena. Si desatendimos a la vida, ingenuamente, sin pensar que de la ‘villenerología’ no se come ni se llenan las vidas laborales

Si aludo a José Fernando, sin apellidos, efectivamente no puede ser otro que José Fernando Domene Verdú, genio y figura. El amigo inseparable. Un alma gemela. Charlando el otro día acerca del artículo que firmé en este periódico digital el mes pasado, me confesó que se identificaba plenamente conmigo. No se sentía reconocido por Villena, él, que ha dado todo por su ciudad.

Yo estaba convencido de que sí. En el plano festero le concedieron el Premio El Tito, que es la máxima distinción a la que se puede aspirar. Y en el colectivo villenense, tuvo el honor de ser pregonero de las fiestas un 5 de septiembre. Qué más se puede pedir.

Pues estaba equivocado. Claro que se puede. Para quien no ha cobrado ni un céntimo por su labor investigadora y divulgadora de la fiesta durante más de cuarenta años consecutivos de su vida, atravesado el Rubicón de los sesenta, llegan las crisis.

José Fernando ha llevado el nombre de Villena allá donde ha ido, que han sido muchos lugares. Ha defendido a capa y espada el modelo de las fiestas villenenses como ‘del Vinalopó’ frente a las alcoyanas, ‘de la Montaña’, contraponiéndolas, y dejando muy claro que en Villena nunca hubo Trilogía Festera. Como no la hay en toda el área de influencia villenense, que es muy amplia.

La bibliografía que ha legado es amplísima. Por una parte, está la académica, la universitaria. Esa que, y es una teoría particular, no lee nadie, y solamente sirve para hacer curriculum y conseguir puntos en los informes. Pero consciente de ello, José Fernando Domene Verdú no se ha quedado contento con publicar este tipo de libros, que los tiene y muchos, y también se ha molestado en escribir otros divulgativos, una ‘traducción’ de los anteriores para que, estos sí, puedan ser leídos por los curiosos con deseos de aprender.

Él, con sus textos de Embajadas, Conversión, las Comedias de Rodrigo Gabaldón, y cuarenta años de investigación entusiasta y altruista; yo, desde que comencé a los diecinueve años en la revista ‘Villena’ con mis artículos sobre la falla de las Peñicas hasta mis columnas de hoy mismo en la prensa provincial, habiendo publicado ininterrumpidamente durante cuarenta años sobre Villena y sus circunstancias; y ambos, con el denominador común de haberlo hecho sin cobrar un céntimo por ello, allá donde estuviéramos.

Por eso, de repente, un día lluvioso de Pascua, al mirar atrás, nos preguntamos si ha merecido la pena. Si desatendimos a la vida, ingenuamente, sin pensar que de la ‘villenerología’ no se come ni se llenan las vidas laborales.

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3 comentarios

  1. Ha merecido y merecerá siempre la pena para la legión de anónimos que os seguimos, os leemos con respeto y admiración y nos sentimos orgullosos de vuestro trabajo.
    Se cumple una vez más el dicho bien conocido » uno no es profeta en su tierra».

  2. Sí ha merecido la pena, al menos para mí, que he leído y escuchado con atención vuestros trabajos y algo habré aprendido. Y, aplicando el dicho de «quien salva una vida salva el mundo», quien enseña a una persona, enseña al mundo entero.
    Gracias

  3. No te habías enterado todavía? Parece mentira que tanto que cres que conoces Villena te pasen estas cosas. Que esperas de una ciudad que en los últimos 40 años en vez de crecer ha ido hacia atrás. Una ciudad mangoneada por politicuchos y señoritos. A ver si rebuscando en algún escrito del » Soli» DEP encuentras la respuesta… Villena que de BURROS está llena.

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