Lo que pienso de

Adiós AGA

Yo quería despedirme de AGA. No es que le tenga cariño, pero he de reconocer que ha sido fuente de mi inspiración en no pocas ocasiones. Ahora AGA se va. Contra todo pronóstico los electores le han dicho que su tiempo está cumplido (como me hubiera gustado que le ocurriera a mi vecino del primero). De nada le han servido las vallas ni las rumbas. ¿Quién va a luchar ahora por Villena cuando AGA no hable en la radio?
La otra tarde, mientras limpiaba la escalera con mi vecina del cuarto, le contaba como conocí a AGA. Debió suceder en esta época, seguramente cuando el día del Corpus Cristi era todavía fiesta, porque recuerdo las calles llenas de hojas, las niñas vestidas de comunión con sus misales y sus rosarios, la Imagen y después de los curas una fila de señores con casaca blanca, en el pecho el yugo y las flechas, una chapa del pollo con el escudo de España en la otra parte del pecho, todos con fajín, casi todos con bigotito fino y recto y tapándoles los ojos unas oscuras gafas de pasta negra. Allí estaba AGA en fila con todos ellos y vestido de la misma manera. No se me olvida aquella imagen de niña asustada que se refugiaba entre las faldas de su madre mientras la comitiva pasaba.

Ahora sé que eran los del Movimiento, pero entonces me parecían los hombres del saco. De hecho, cuando mi madre por la noche me asustaba con que si no me dormía vendría el hombre del saco a llevarme, siempre me acordaba de aquellos hombres de bigotito recto y gafas oscuras que desfilaban detrás del santo.

Pasaron los años y un día de repente me encuentro un cartel por la calle en el que AGA pedía que le votaran. Yo todavía no podía votar, pero me extrañó mucho el cambio de look: había desaparecido la casaca, habían desparecido el yugo y las flechas y el pollo se había transformado en un escudo con una corona. Yo entonces estaba más preocupada por la transformación que mi cuerpo estaba experimentando que con que AGA y otros quisieran ser alcaldes. Pero allí estaba en la pared diciendo que le votaran, porque él era el único que quería a Villena. Como así ha venido diciendo a lo largo de todos estos años. Sin embargo, no sé por qué a AGA no todo el mundo le ha hecho caso. Seguramente porque se le veía venir, y lo del amor a su pueblo no era más que una engañifla para estar en el ayuntamiento más tiempo que lleva el tesoro. Y fíjense que no le han dolido prendas, su amor por esta tierra le ha llevado a renunciar a ser un peso muy importante en alguno de los partidos mayoritarios, porque él fue el primer diputado autonómico que tuvo Villena. Sin embargo, su amor al pueblo le llevó a apartarse de los grandes partidos para ser independiente, para hacer campaña por Ruiz Mateos y muchas otros sacrificios que por no extenderme no relataré.

AGA ha terminado sus días en la política al servicio de aquellos a quienes hace años abandonó. Aquel gran partido al que un día renunciara por amor a este pueblo, lo acogió en su seno, sin que por ello perdiera su condición de independiente de derechas. Hoy AGA ya no está en el ayuntamiento, el voto útil lo ha dejado en la cuneta como dejara el tractor a Rocinante. Con la pérdida de AGA la Transición se acabó en Villena.

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