Vida de perros

¿Amar es no decir lo siento?

Recuerdo aquellas estampitas de un niño y una niña con cara de repollo y carnes al aire. Ilustraban frasecitas tipo: “el amor es…”. Fueron unas viñetas bastante populares. El amor es…, o amar es… (no recuerdo exactamente la anáfora porque poco me interesó ni me interesa).
El caso es que eran tan conmovedoras como estúpidas, tan obvias como arbitrarias, tan edulcoradas como sabias. La “cosa” resultaba tan acertada y conmovedora que parecía que nada podría hacerle sombra. Pero un récord está para batirlo. Y así llegamos, quizás veinte años después, a la frase “lo hice porque quiero lo mejor para mi ciudad”.

Hoy, la ciudadanía de Villena tiene que soportar como si fuera una estúpida las declaraciones de sus dirigentes. No pensar que tiran balones fuera, que se andan por las ramas, que nos cambian de tema, que gastan excusas baratas como zapatos chinos. Pero todo tiene un límite. Y el límite se encuentra cuando se sobrepasa la línea que divide el juego político del insulto a la inteligencia. Como ahora. Recientemente. Cuando ha sido necesario acudir a un juzgado para evitar que nuestra alcaldesa pastoreara a sus anchas, más allá de la ley y del respeto. Cuando un juez dictamina que existen normas a las que hay que ceñirse. Pero entonces, en lugar de agachar la cabeza, el equipo de gobierno de nuestra ciudad no tiene otra ocurrencia que decir que Villena no va a tener Escuela Oficial de Idiomas por culpa de los grupos de la oposición, porque han declarado ante un juez que el juego de la Sra. Lledó era anticonstitucional –tal y como corroboró la justicia–. Pero lo que la señora alcaldesa no dice es que no hacía falta que lo dijera un juez, que si ella hubiera actuado noblemente, aquel terreno que deseaba destinar a la escuela no se hubiera expropiado.

Pero amar es no tener que decir lo siento. Por eso nuestra alcaldesa no dice lo siento, dice que la oposición ha negado a Villena la posibilidad de tener una Escuela Oficial de Idiomas, que ya tenemos, por cierto. Y yo, por amor y sin decir lo siento, digo: ¿para qué queremos todo el espacio que quedará libre en la Casa de la Cultura cuando se traslade el conservatorio al Teatro Chapí, por ejemplo? Y yo, por amor y sin decir lo siento, digo: ¿por qué mal aprovechar el proyecto de Centro Juvenil creado, pagado y destinado a la Plaza de los Cristianos para levantar la Escuela si eso supone hacer la Zona Zero en un espacio que supone la única vía posible para ampliar nuestro saturado Palacio de Justicia? ¿Es por salvar la Torre del Orejón? ¿Por “fastidiar” al personal y personas usuarias de los juzgados? ¿O es porque tiene intención de levantar un Palacio de Justicia en otra ubicación? Desearía que se tratara de la última opción, pero visto el gasto municipal sólo se me ocurre ubicarlo en la Plaza de los Toros.

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