Vida de perros

Caos para el nuevo año

Pasaron el verano, las Fiestas, la Muestra Villena, el Rabalfest, las Tapas del Rico Rico Tesoro, el Día de la Movilidad, la Feria de Atracciones, Artefiesta, el Día de la Constitución…, y tanto que me dejo de camino, queridas personas, como para no saber ya qué ropa me pongo ni en qué fecha me encuentro: a unos metros de las fiestas de Navidad, eso sí me queda claro, claro; sobre todo porque han cambiado los arcos luminosos de Moros y Cristianos por otros más apropiados para estas fechas (aunque de un tamaño que dan ganas de ensanchar una decena de metros nuestras calles).
Quedaron el ultimátum del PSOE, las rectificaciones de la concejala del PP, el Foro Económico y Social, la Piscina Cubierta, la quinta de los 50 años y los 50 del Tesoro, el expolio de La Plaza (también el Parking de la misma), el cargo de temporero del señor Richart, la posible externalización de la jardinería municipal, ¿el AVE todavía pasa por Villena?, la Torre del Orejón, la deuda de la Generalitat con las entidades sociosanitarias, la reaparición de Izquierda Unida, la inauguración de los trabajos en el Castillo de la Atalaya y las dichosas marcas en sus muros, la demanda de colaboración de Apadis para mantener abierta su piscina.

Y más arriba seguimos con Gurtel, Eres andaluces, Urdargarín, Blesa, aeropuertos fantasmas sean mantenidos o en venta, el déficit de la tarifa energética, las subidas y bajadas alevosas del precio de los gasóleos, las leyes éstas que se anuncian y parecen fundadas bajo la premisa del “sois tontos (y tontas), y tenéis la culpa de todo, y como no os calléis aún os vais a llevar un gofetón”. Y que nadie dimite ni entra en prisión porque no tiene la culpa digan los juzgados lo que digan. Y los libros de don José María y de don José Luis, y el de antes que se monta una fundación para que lo estudien a él mismo. Y la banca que no da, y las empresas que se hunden, y que cada vez hay más rentas millonarias y más gente pudriéndose en la calle pero ese es el buen camino para salir adelante.

De modo que en este caos más agrio que dulce, a ver quién tiene narices para brindar por otro feliz año que termina así y así va a empezar: con el mismo sentimiento de vergüenza e impotencia aquí, donde vivimos lo que ahora llaman la ciudadanía. Esa ciudadanía que pronuncia un millón de veces más la palabra “guillotina” hoy que en los dos siglos anteriores juntos. Una ciudadanía que se siente defraudada con ella misma y sigue por su representación política empezando por lo particular y sumando hasta lo global. Solo puedo desearles felices Fiestas a ustedes y un soportable año nuevo.

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