El Diván de Juan José Torres

Cenas que no devuelven lo perdido

Como todos ustedes saben el pasado 27 de febrero se congregaron, en el polideportivo, unas 1.500 personas para arropar a nuestra alcaldesa Celia Lledó. Militantes y simpatizantes de su partido hicieron acto de presencia junto a otros jefes de filas de distintas procedencias. Entre ellos José Joaquín Ripoll, Presidente de la Diputación, Mónica Lorente, alcaldesa de Orihuela y hasta María Dolores de Cospedal a través de un video. No asistieron para criticar ninguna gestión, sino a felicitarla. Los señalados, los culpables, los que deben ser rapados y echados de Villena fueron los No Adscritos.
Es curiosa la intervención de Ripoll, pues arremete contra los que rompieron la mayoría y les tilda de deslealtad y traición. Que yo sepa el número uno del PP en nuestra Comunidad es Francisco Camps, Presidente de la Generalitat. Pero claro, existen tantas familias y entre ellas desconfiadas que cualquiera sabe ya, a estas alturas, a quien tienen que guardar fidelidad. En Castellón a Carlos Fabra, en Alicante a Ripoll, en Benidorm a Pérez Fenoll y en la Telefónica a Eduardo Zaplana. ¿Dónde queda la figura del Presidente? ¿Qué pinta entonces? ¿Es un presidente defenestrado en su propia casa? Si es así que lo digan unos y otros.

Porque los que hoy forman el grupo de No Adscritos sí que fueron leales con su Presidente electo y vigente. ¿Es Celia leal a Camps? ¿Y Ripoll? ¿Y Mónica Lorente? ¿No es cinismo e incoherencia acusar de deslealtad quienes deshonran al máximo exponente? Los concejales fugitivos han demostrado más lealtad que los que les reprenden y han llegado hasta las últimas consecuencias, como el renunciar a sus remuneraciones. Y resultaron tan legalmente elegidos por sufragio como Celia, Mónica o Ripoll. Pero es tan fácil darle la vuelta a la tortilla que los verdaderos perdedores aparentan victoriosos. Y no es así.

A la cena acudieron un buen número de personas, sí. Pero hay que decir que Isidro Gosálbez, uno de los responsables de la convocatoria, estaba presto a sufragar los gastos de la cena a los que bien por pereza, bien por dudas razonables, bien por indisposición, no comparecieron. ¿Cuántos de los asistentes fueron invitados y pagados? Espero en cualquier caso que el coste de los “arrimaos” lo pagara el partido, no las arcas públicas. Pero aunque se hubieran citado quinientos mil comensales, aunque hubiera apoyado con su presencia el mismo Berlusconi (que se ha auto-proclamado inmunidad judicial), no van a recuperar lo que se ha perdido.

Los No Adscritos se fueron del partido, pero no se van de Villena, como sugería Ripoll. Villena es de cuantos viven y trabajan aquí y no es exclusividad de nadie. Y quienes gobiernan, hoy en franca minoría, deben de hacerlo para la totalidad de la población: votantes y no votantes, de derechas o de izquierdas, religiosos y no creyentes, empleados o parados. ¿Quién se cree Ripoll y con qué autoridad para decir “que se vayan”? Dirigentes públicos así de generosos y compasivos, tan católicos y evangelizadores, producen vértigo por sus mensajes, más cuando sabe que no entregan las actas de concejal ni se marchan de Villena. Son suyas y son del pueblo.

Yo, si fuera miembro del PP, iría a una cena por otros motivos. Para apoyar una indiscutible gestión, para felicitar unos presupuestos aprobados, no prorrogados, para celebrar una unidad interna, para festejar un gobierno que gobierna para todos, incluido al resto. Tal vez Vicente Rodes habría evitado tanta barbaridad. Probablemente negociaría lo innegociable por tener mayor vista de largo alcance, evitando así el caos y el cisma. Erró Mónica Lorente al citar “Celia, no pasa nada”. Si después de lo que pasó no ha ocurrido nada es que miente para no ofender. Ninguna cena, de cuatro o un millón de asistentes, devolverá lo que la ceguera perdió. Pero no se preocupen mis detractores. No iré a esas cenas. Puedo pecar pero no tanto.

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