Seguimos con las tradiciones navideñas, y si la semana pasada les recomendaba algunas lecturas para regalar en estas fechas, hoy toca el inevitable repaso a lo mejor del cine de este año que está a punto de finalizar. Una cosecha excepcional, quizá tanto o más que la de 2021 y desde luego superior a la un tanto decepcionante del año pasado, que encabeza (para sorpresa de nadie) la última película de Martin Scorsese, Los asesinos de la luna: una cinta cuya recepción primera por parte del público se vio perjudicada por su metraje más que considerable (tres horas y media carne de meme, como ya pasó con la previa El irlandés), y a la que el tiempo acabará poniendo en su justo lugar: el de una obra que, si me permiten la autocita, definí en su momento como un trabajo “elaborado con gusto exquisito hasta alcanzar un epílogo brillante (...), que culmina un film llamado a ser revisitado una y otra vez en tiempos venideros sin que pierda un ápice de su valía. Lo que viene siendo un clásico”.
En segundo puesto, aunque muy cerca del primero, situaría a Tár: una película que pasó más bien desapercibida una vez pasado el tirón inicial de las nominaciones a los Oscars... Sobre todo porque, en uno de los robos más flagrantes de la historia de estos galardones (y van ya muchos sonados), la estatuilla a la mejor actriz protagonista recayó en la solo correcta Michelle Yeoh de la mediocre (y a la postre marciana triunfadora) Todo a la vez en todas partes, y no en una excepcional Cate Blanchett que debió ganar su tercer premio de la Academia en el que podría ser uno de los papeles de su vida. La cinta la dirige el también actor ocasional Todd Field: le recordarán como el pianista amigo de Tom Cruise en Eyes Wide Shut de Kubrick, y es precisamente el realizador de 2001 de quien aquel parece haber tomado buena nota para construir su tercer y mejor trabajo tras las cámaras (y teniendo en cuenta que los anteriores fueron las excelentes En la habitación y Juegos secretos, eso es decir mucho). Se trata de un relato que apuesta por la elipsis como figura de estilo y que protagoniza un personaje memorable: una tan genial como controvertida directora de orquesta que es retratada con múltiples aristas. No es de extrañar que la película no funcionase en estos tiempos en los que las películas más recaudan cuanto más simplonas y miméticas resultan.
En tercer lugar nos encontramos con otra película igual de incomprendida: Babylon. Ninguneada de partida en las nominaciones de los Oscars, de este fresco (anti)épico dirigido por Damien Chazelle (quien bebió las mieles del éxito con La La Land antes de que Hollywood le diese la espalda al verse críticamente reflejado ahora en la gran pantalla) ya dije en su día que se trataba de “un espectáculo deslumbrante de más de tres horas de duración donde todo el mundo, delante y detrás de la pantalla, desborda talento a raudales”. Como era de esperar, apenas unos meses después de su estreno, aquellos que la ignoraron en su momento y han acabado viéndola en casa se han rendido finalmente al oficio de sus artífices y a la fuerza desbordante de sus fotogramas. Muy pocas veces Brad Pitt ha estado mejor que aquí, y lo de Margot Robbie es poco menos que sobrenatural.
La cuarta película de mi lista podría intercambiarse con la anterior perfectamente y entrar así en el podio de lo mejor del año: me refiero al biopic Oppenheimer, el triunfal regreso de Christopher Nolan a los cines tras la discutida (pero a mi parecer fascinante) Tenet: alejándose al igual que en Dunkerque del género fantástico en el que se pueden integrar la mayoría de sus largometrajes, esta vez el realizador británico se centra en la figura del padre de la bomba atómica con un ejercicio milimétrico de caligrafía fílmica (guste o no los recursos utilizados, el realizador de Interstellar siempre tiene una razón para hacer lo que hace y el resultado nunca es gratuito), que parte de un guion excepcional y que cuenta con un elenco de intérpretes encabezado por un Cillian Murphy inolvidable y donde destaca también un Robert Downey Jr. que demuestra ser mucho más que el Iron Man de Marvel Studios. El resultado fue una propuesta nada fácil -metraje considerable, gran reparto pero carente de verdaderas estrellas, argumento en apariencia poco accesible para el gran público- que, contra todo pronóstico, se convirtió en una de las grandes triunfadoras del año en las taquillas de todo el mundo codo con codo con el otro fenómeno del verano pasado: Barbie (película que no, no está en esta lista, porque no la he visto ni ganas que tengo).
Cierra el Top 5 de 2023 la que me parece de lejos la mejor película española del año, que no es otra que (también para sorpresa de nadie, o así debería ser) Cerrar los ojos, el regreso a la dirección de largometrajes de Víctor Erice. El esperadísimo retorno del firmante de, al menos, dos de las más grandes obras maestras de nuestro cine, El espíritu de la colmena y El sur, es una cinta que, como dije cuando llegó a las salas, “recoge algunos de los mejores momentos que nos ha dejado el cine patrio en los últimos años, hasta llegar a uno de esos inolvidables planos finales que dotan de sentido a todo lo que les ha precedido. Ya solo por eso, y porque nuevas generaciones de espectadores puedan descubrir a Víctor Erice en pantalla grande, el viaje habría valido la pena. Pero es que, además, entre sus fotogramas se cuelan otros muchos valores y sugerencias, no siempre obvios a primera vista, que merecen ser descubiertos”. Si no fueron a verla entonces, no tarden en recuperarla en casa.
Ahora bien: si este Top 5 les sabe a poco (pese a que todas las películas que lo integran rondan las tres horas, media hora arriba, media hora abajo), aquí van otros cinco títulos para completar un Top 10: Beau tiene miedo, nada menos que otras tres horas de cine a contracorriente con las que Ari Aster se aleja del terror elevado de Hereditary y Midsommar para ofrecernos una suerte de comedia negra (¿elevada?) a mayor gloria de un Joaquin Phoenix como era de esperar superlativo; La desconocida, film de Pablo Maqueda, segundo y último título español de esta selección, que supone para el que esto firma la gran sorpresa del año y del que es de esperar le vaya mejor en su estreno en plataformas domésticas que en su paso fugaz por las salas de cine; dos películas vinculadas al universo comiquero de Marvel: el film de animación Spider-Man: Cruzando el multiverso (justamente aplaudido hasta la extenuación) y el de imagen real The Marvels (injustamente vilipendiado ante mi incomprensión); y, finalmente, Golpe de suerte, el último (esperemos que no definitivamente) trabajo de Woody Allen, lejos de sus mejores filmes pero lo suficientemente conseguido como para entrar en esta selecta lista.
Pues este y no otro es mi Top 10 del cine estrenado en salas en 2023. Es de justicia señalar que no he incluido la maravillosa producción argentina Trenque Lauquen de Laura Citarella porque no me consta que esta propuesta también monumental (más de cuatro horas divididas en dos partes) haya pasado por los cines antes de recaer en Filmin. Por otro lado, también debo apuntar que no han concursado tres películas muy esperadas pero que no he visto todavía: la Palma de Oro de Cannes Anatomía de una caída, que todavía está en cartel; Napoleón de Ridley Scott, que me niego a ver en versión reducida a la mitad y de la que esperaré el montaje del director que está a punto de caer en plataformas digitales (otras cuatro horas del ala); y la muy esperada Fallen Leaves de Aki Kaurismäki, porque no se ha estrenado hasta ahora mismo y, como comprenderán, yo tengo que entregar esta columna con un cierto margen de tiempo. Aclarado esto, solo me queda desearles que pasen una estupenda Nochevieja y que tengan un magnífico arranque de año que esperamos venga cargado de buenas películas... ya duren cinco horas o los añorados noventa minutos o menos de antaño.