El Volapié

Es preciso rectificar

Todos los que me conocen, los que me leen habitualmente y los que siguen mis escritos desde hace veintitantos años que comencé en esto de la participación activa en los medios informativos escritos locales, saben que soy muy crítico y también muy aficionado a los toros. En los diferentes periódicos en los que he tenido la suerte de participar he dejado constancia de ello. Ir a los toros, acercarme al planeta de los toros y empaparme del ambiente taurino es algo que satisface hasta el colmo. Por eso, cuando hace unos días recibí una carta de Gregorio Tébar “El Inclusero” calificándome como crítico taurino me llené de gozo.
Porque siempre he sido crítico y también taurino, pero ha sido ésta la primera vez que alguien me otorga este tratamiento de forma conjunta y a mi sorpresa se une el orgullo que siento al recibir este apelativo de parte de un torero largo como es “El Inclusero”.

Siempre crítico y siempre dispuesto a usar mi voz en un hábitat en el que carezco de futuro a causa de mi vocación a nadar contra corriente. Taurino porque no hay acontecimiento más grande que la liturgia que se genera en torno a este eterno ritual que enfrenta al toro y al hombre. Siempre crítico al comprobar la ambigüedad de los que son capaces de hacernos creer que defienden nuestra plaza de toros y nos convencen de que los corrales se han mutilado justamente. Crítico porque en Villena nos debatimos entre los que deseaban destruir la Plaza de Toros y los que sólo han roto un cachito a cambio de construir sobre ella el Faro de Alejandría. Cabe decir, para terminar de ser crítico, que ese montón de piedras también fue erigido con el mismo esfuerzo y el mismo fervor popular que el resto de las gradas. Porque sin los corrales el espectáculo se ve mermado en multitud de aspectos, incluso en lo referente a los derechos de los aficionados y de los toros. Ahora que en Villena comienzan a proliferar las peñas taurinas estoy a la espera de que brote una más con sentido crítico y que se atreva a nadar contra corriente. Yo ya estoy en mi puesto de salida para lo que gusten mandar.

Además de crítico soy taurino y respeto al máximo los ritos de aquellos que se juegan la vida muchas tardes de su vida. Por eso debo rectificar lo que expuse hace un par de años, porque Gregorio Tébar “El Inclusero” no se retiró como yo afirmé en un descuido por el que pido disculpas al torero y a mis lectores. Sucedió que tras la mala tarde del 19 de junio de 2006 que echaron al traste los descastados toros de Cebada Gago, decidió despedirse de la afición de Alicante. Esto fue un gesto torero que para nada significaba la retirada de los ruedos de este hondo matador.

A pesar de ser natural de Albacete su vida trascurre vinculada a Alicante y por torero alicantino se le tiene. La primera vez que lo vi torear fue durante la Feria de Hogueras de 1990 alternando con El Catraleño y Rafi de la Viña, en medio de una interesante carrera que nunca se ha detenido hasta el momento. Ahora es cuando “El Inclusero” me confiesa que su sueño es cortarse la coleta en Madrid, en su plaza.

Decía El Gallo que es más fácil ser Papa que figura del toreo y yo opino que el más difícil todavía es torear largo y con hondura. Si quieren probar el sabor añejo del toreo con pureza les animo a que conozcan la tauromaquia de Gregorio Tébar “El Inclusero”.

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