El Volapié

Fabra llegó, bla, bla, bla y se mofó

Lejos queda el glorioso paseo que otrora se hubiese dado el Molt Honorable por las calles de mi Villena. En los buenos tiempos se habrían abierto los cielos, le hubiera faltado Corredera y la comida se hubiese disfrutado en algún céntrico restaurante. Todo a la vista de los ciudadanos.
Sin embargo, Alberto Fabra llegó a Villena con el conocimiento de los impagos a APADIS, a AFEPVI, a colegios, los Bono Libros y al CRIS, de la deuda por la Plaza de Toros, el dislate sobre los accesos que no tendrá la Estación del AVE, los recortes en Sanidad y Educación, sus aeropuertos peatonales y la corrupción por Tierra, Mar y Aire.

No hubiera estado nada mal que se pusiese a tiro por si alguien necesitaba hacer una gestión de cobro, porque detrás de eso que este político llama la ciudadanía están las personas afectadas por su administración manirrota, con nombres y apellidos, con hijos e hipotecas, con impuestos y más impuestos.

Esta retahíla de trofeos ha debido motivar su discreta visita a Villena, a la Villena que viste y calza las duras consecuencias de una crisis que no parece ir ni con él, ni con los de su casta, que tienen honor de disfrutarle en privado. Y en privado se dirigió a la otra Villena, la Villena de la que espera diez mil votos y a la Villena que no necesita convencer que la fuerza del PP es el mejor instrumento para garantizar la defensa de los intereses de los valencianos. Por eso pide a sus simpatizantes y a sus concejales que trasladen a los ciudadanos la buena nueva de que sólo hay un proyecto que defiende sus intereses con seriedad, responsabilidad y compromiso. ¿Adivinan? Por supuesto: el del PP.

Luego, que va a seguir reivindicando en Madrid y bla, bla bla, que existen indicadores económicos de creación de empresas y bla, bla, bla, que no podemos hacer lo mismo que antes, que tenemos que reciclarnos, reinventarnos y bla, bla, bla, y que nos ha puesto de valencianos para arriba una y otra vez en un discurso troquelado.

Mientras tanto, en el exterior del discurso sofista, la Plaza de las Malvas se mantuvo tomada por las fuerzas de seguridad en prevención de un escrache –que por fortuna nadie capitaneó– y los villenenses se quedaron como estaban antes de la llegada del insigne visitador, pues a pesar de su alcurnia sólo ha traído palabras y nada más que palabras. Eso sí, palabras muy bien aplaudidas y nadie se atrevió a enmendarle la plana.

¿Se imaginan los que tanto lo aman que esto mismo lo hubiesen practicado los del puño y la rosa en el mismo escenario?: seis millones de parados, pobreza por doquier, desánimo generalizado, impagos de la administración por bandera y sólo palabras vanas por respuesta.

Supongo que además habrá comenzado el posicionamiento de los populares para las próximas municipales, y vean que panorama tan mono: O mayoría absoluta de alguien o coalición batiburril.

Señor Fabra, valenciano será su padre.

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