El Volapié

Francisco, el Papa Verde

Antes de contarles lo que opino sobre el virtual Papa Verde, les traigo a colación la existencia de un realísimo Papa Negro que no habitó en el Vaticano, porque sus templos fueron las Plazas de Toros. Manuel Mejías Rapela –apodado Bienvenida III, patriarca y padre de los conocidos toreros Antonio, Pepe, Ángel Luis, Juan y Manolo– nació en la población extremeña de Bienvenida y se trasladó de niño a Sevilla con sus padres. Comenzó a torear de salón a los 7 años de edad y se dice que a los 9 se coló en la ganadería de Miura, donde le dio un pase de pecho a un toro cojo que estaba apartado. Esto último era en 1893.
Debutó en Madrid en 1902 y tomó la alternativa tres años después. Fue un torero largo y poderoso que tuvo una carrera de altibajos que llegó a su cénit en 1910. Debe su apodo al crítico taurino José de la Loma –alias Don Modesto–, quien por ser un fervoroso partidario de Ricardo Torres Bombita, bautizase a este con el apelativo de Papa, de Sumo Pontífice del toreo. En contrapartida, el periodista acuñó para Bienvenida el calificativo antagónico de Papa Negro, tanto por el terno oscuro que solía vestir como por defenestrarlo como torero.

Su sabiduría taurómaca ha dejado como legado pensamientos y lecciones que todavía se toman como ejemplo en nuestros días. El público protesta muchas veces sin razón por desconocer las condiciones difíciles de los toros, afirmaba por ejemplo. O bien: “Torear en Madrid lo comparo con el jugador que pone toda su fortuna a una carta. Si sale bien, se enriquece. Si sale mal, se arruina. Por eso, yo esta tarde estoy dispuesto a lo que antes te dije. O me sacan en hombros o en camilla” .

Son muy conocidas las fotografías en las que aparece junto a sus hijos, enseñándolos de modo práctico, cuando estos aprendían en becerradas durante unos años en que no existían las escuelas taurinas y las únicas vías de aprendizaje que tenían los maletillas eran los caminos que llevaban a las tapias de los tentaderos. Sus cinco hijos y alumnos superaron al padre y maestro, porque cuando el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno ni lo es el maestro. Es posible que la dinastía que comenzó con el Papa Negro sea y haya sido la más célebre de la historia de la Tauromaquia.

A Villena sólo vinieron a torear sus hijos, pero también él estuvo como empresario para dar un festejo tipo, que se conocía por entonces como la corrida familiar. Esto era porque la organizaba el padre, la toreaban los hijos y las entradas las pagaban los “primos”. En nuestra ciudad resultó un desastre como espectáculo pero un gran éxito económico.

Esto es todo, amigos, sobre el Papa Negro.

Ahora llega el trascendental momento en el que cumpliré mi promesa de ofrecerles mi opinión sobre el Papa Verde: Es un error de programación y será sustituido en breve. Plug & Play.

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