Heridas duraderas
Todavía seguimos lanzándonos los muertos. Sin saber siquiera dónde yacen algunos
En un artículo titulado "El contador a cero" contaba Andrés Trapiello que cuando Juan Ramón Jiménez en el exilió viajó a Puerto Rico se le presentó o quisieron presentarle al compatriota, también exiliado, Segundo Serrano Poncela, a lo que el poeta se negó afirmando:
No he llegado hasta Puerto Rico para darle la mano a un asesino.
Segundo Serrano Poncela nació en Madrid en 1912 y murió en Caracas en 1976. Militante del Partido Comunista de España ejerció como delegado de Orden Público en Madrid durante un periodo de la guerra civil a las órdenes de Santiago Carrillo Solares, entre el siete y veintisiete de noviembre de 1936. Lo de las sacas de Paracuellos fue por esas fechas, concretamente entre el siete de noviembre y cuatro de diciembre.
Que la guerra civil dejó heridas duraderas es obvio. Lo de Juan Ramón Jiménez con Serrano Poncela fue en 1954. Pero todavía seguimos lanzándonos los muertos. Sin saber siquiera dónde yacen algunos. Y seguimos reprochándonos crímenes de cuando nos volvimos locos. O lobos. Homo homini lupus.