El Volapié

¿Interés por los toros?

Hace unos días el diestro Juan José Padilla –tan querido y recordado en Villena– sufrió una acojonante cornada en pleno rostro. El toro tenía guasa, el torero se tropezó con mala suerte, la sangre manaba a chorro, el asta le sacó un ojo y le partió la cara, todo en vivo y en directo, puesto que la corrida estaba siendo televisada por el Canal Plus Toros.
Al mismo tiempo –on line, se dice ahora– las espeluznantes imágenes iban subiendo a las portadas digitales de todos los medios informativos no especializados en asuntos taurinos. Todos: ABC, La Razón, El Mundo, El País, La Vanguardia…

Nunca habían sido tan rápidos y eficaces, nunca habían corrido tanto como para mostrar el desgraciado accidente del Ciclón de Jerez. Estos medios nunca consideran como noticia inmediata de portada las puertas grandes, ni las alternativas, ni los triunfos de los que vienen pisando fuerte. Lo cual es muy respetable porque cada cual ejerce su derecho a informar como mejor le parece, pero maldito sea el interés que tienen en los toros.

Cuando escribo esto apenas hace tres días del siniestro, y ya están informando en los medios especializados –los otros ya se han olvidado– que el torero jerezano está a punto de salir del hospital.

La lectura positiva es que se hable de toros aunque sea bien, que esta disciplina es la única en la que la vida y la muerte juegan de verdad, que los toreros de raza están hechos de otra pasta hasta el punto que ya verán lo rápido que se celebrará su reaparición. Tuerto y con parálisis, pero hecho un torerazo.

Sin irnos muy lejos, todavía no han rectificado aquellos que esgrimían que nuestra plaza era –en cuanto a lo taurino– un coso de carácter no permanente, mientras que los documentos oficiales demostraban que seguimos teniendo una Plaza de Toros de Tercera Categoría, lo que lleva implícita su condición de coso permanente según el vigente reglamento taurino.

Resultó surrealista escucharles así ante semejante obra y hasta la fecha no han apostillado ni en un sentido ni en otro, eppur si muove.

La vieja plaza se construyó con el capital de unos pocos capitalistas villenenses –nunca mediante una suscripción popular– a quienes interesaban mucho los toros, se jugaron los cuartos y los perdieron. La nueva comenzó con el derribo de la vieja, con un peculiar compromiso de pagos y con la promesa de que las exigencias del Reglamento se verían satisfechas debajo de las gradas. Efectivamente, bajo estas gradas existe una habitación en cuyo dintel pone Patio de Caballos, otra donde Patio de Cuadrillas y tres “corrales”, con lo cual cumplir, lo que se dice cumplir, cumple el Reglamento. Sin embargo, algo no termina de cuadrar cuando resulta tan dificultoso realizar un simple desembarco de reses o la devolución a los corrales de un toro que se declara no apto para la lidia después de haber salido al ruedo.

La plaza se llena siempre, pero ¿de verdad hay en Villena interés por los toros?

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