Vida de perros

La estulticia es el ejemplo

¡Ay, queridos! Hubo un tiempo en que la aristocracia, las personalidades destacadas, los prohombres, además de ser lo que eran debían servir de ejemplo al vulgo. De forma más o menos laxa, de acuerdo. Y solo en lo comúnmente compartido fuera de las fronteras de cada estatus social, de acuerdo. Pero estas personas eran ejemplares, ideales a imitar: en su higiene, en sus formas, en su vestuario y costumbres. Y a tal ejemplaridad se achaca incluso el uso de una lengua territorial u otra por parte del pueblo según fuera usada por estas destacadas gentes. De igual modo se distribuían lecturas sobre vidas ejemplares que suponían una meta desmesuradamente inalcanzable pero que al menos marcaban el camino a seguir.
Pero, ¡ay, queridos! ¿Qué es con lo que nos encontramos ahora? Pues ahora, visto lo visto, nos encontramos con que la actitud y el comportamiento adecuado es la bobería, la estupidez. ¿Coches caros en el garaje, exorbitantes regalos de cumpleaños, viajes de ensueño a gastos pagados…? No sé nada, no me acuerdo de nada, no le di importancia, me dijeron que lo hiciera, que firmara, que disfrutara. Y así seguimos. Que la situación económica está mal: cuando llegué ya estaba roto. Que nos increpan por la mala gestión de una catástrofe: solo lo hacen por fastidiar. Que me dices que nada mejora y que todo empeora: ¡eso lo dirás tú! ¿Quieres transparencia? Transparencia para todos: la burocracia te va a embarrar hasta el cuello con todos estos nuevos trámites y papeleos. Que hay que hacer declaraciones públicas: sin preguntas, pregrabadas, redundantes, dislocadas y contundentes (es importante imprimir fuerza al vacío para decir lo que quieres decir: nada, y mostrar lo que quieres mostrar: fuerza).

Ahora, en Villena, con la sangre todavía brotando de la estocada que la empresa Secopsa acaba de dar a nuestra ciudad al marcharse y dejarnos con un parking, posiblemente con el más inútil de todos los parking, más de lo mismo: el Estudio de Viabilidad era positivo, era una buena idea, había un coche aparcado en doble fila y pensamos que…, la desproporcionada actividad de La Plaza obligaba a… ¡Y una mierda! No puedo creer que ningún estudio pudiera concluir con la necesidad de construir un parking en la zona. Como no me puedo creer que una empresa de prestigio firmara la concesión de este espacio sin “echar un vistazo” al menos. Igualmente diría que no me creo que el parking de La Plaza no funcione. Es más, tomando el ejemplo que nos dan, diría que el parking de La Plaza funcionaría a las mil maravillas si se hubieran tomado la molestia de abrirlo. Quizás la primera semana no, la segunda tampoco, pero seguro que en un par de meses estaría cubierto al ochenta por ciento la menor de las veces. Y siguiendo el ejemplo que recibo diría que incluso el tercer martes de marzo del pasado año, a las diez de la mañana puede que el parking estuviera completo si se hubieran tomado la molestia de abrirlo. ¡Claro, muchacho! Un poco de iniciativa, que las cosas no se regalan.

Mientras ocurren estos acontecimientos que dejan a Villena con una pequeña deuda (comparada con el resto) de unos tres millones de euros, la señora Celia Lledó (que nada tiene que ver con el asunto) nos regala una (otra) carta donde nos dice algo sobre lo que nadie ha escrito nunca. Hay que hacer acto de presencia, que después llegan las elecciones y no se acuerdan de una; incluso nos podemos acordar de ella por el montante que pagamos de intereses dejando indefensos otros importantes servicios, en lugar de recordar todos esos edificios que antes no estaban allí. Y es que algunas de ustedes, queridas personas, solo expresan desagradecimiento a causa de unos pequeños sacrificios que el día de mañana (dentro de cien años) disfrutará vuestra descendencia. ¿Acaso no nos lo hemos pasado bien unos milenios después descubriendo las pirámides?

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