El Ordenanza

La playa

El Ordenanza, capítulo 103

Escena 1

  • ¿Qué te parece si mañana vamos a la playa, Avelino?
  • ¿A la playa? ¿Un domingo?
  • ¿Por qué no?
  • ¡Ay, Aurora! Ya sabes que no me gustan nada las aglomeraciones.
  • No tenemos por qué ir a una playa muy concurrida.
  • Todos suelen decir lo mismo y acaban rebozados en la arena de San Juan, cariño.
  • ¡No seas negativo, Avelino! ¡Bañarse en el mar es maravilloso!
  • Sí, pero la gente…
  • ¿Y qué la gente?
  • Aurora, la gente no respeta nada.
  • La gente no tiene que frenarte, Avelino.
  • No, pero siento que, a estas alturas, su forma de actuar tampoco tiene que condicionar mi tiempo de ocio… y lo hace.
  • No te sigo…
  • Imagina que vamos a una playa típica, pero poco concurrida. Seguramente, no se permitirá la entrada de perros, pero no veremos ningún cartelito que prohíba fumar. Los perros suelen marcar el territorio. Tenemos una gran probabilidad de que, a nuestro alrededor, se acomode algún fumador. Si esto sucediese, creo que no tendría mucho inconveniente en inundar nuestro espacio con el humo de sus cigarrillos, aunque no es lo más molesto. Si suponemos que es un alma concienciada con el medio ambiente, guardará sus colillas en algún tipo de recipiente para tirarlas a la basura cuando salga de la playa pero, si no lo es, intentará enterrar, disimuladamente, el residuo resultante, para que nadie pueda recriminarle lo incívico de su conducta. Así, al marchar, dejará un buen número de colillas enterradas bajo la arena. Si tenemos en cuenta que, cada una de estas colillas tarda unos diez años en degradarse, casi prefiero el pipí de un perro.
  • Tienes razón. Si lo prefieres, nos quedamos en la Toscana y nos refrescamos con la manguera…
  • Tranquila, mañana vamos a la playa.

Escena 2

  • A ver… sombrilla, sí; nevera, sí; hielo, sí; toallas, sí; amaquita, sí; pañales, sí; biberón de agua, sí; biberón de manzanilla, sí; pañales, sí; pañales sumergibles, sí; protector solar del ciento ochenta, sí; piscina de plástico hinchable, sí; flotador antivuelco, sí; arrullo, sí; chupete, sí; cadena para chupete, sí; chupete de reserva, sí; porta-chupetes, sí; gorrito, sí; cubos, palas y rastrillos, sí; mosquitera, sí; cerveza fría…
  • Pero, ¿de dónde te has sacado esta lista?
  • De internet.
  • ¿Sabes que el bebé no puede ir a la playa tan pequeño?
  • Hasta los seis meses no pueden, Juanjo. Lo desaconsejan nueve de cada diez pediatras: uno de nosotros ha de quedarse fuera, con Valdric.
  • ¿En serio?
  • Sí.
  • Y… ¿entonces manta y peli?
  • Manta en julio…
  • ¡Clara, ya me estás haciendo el lío! ¿Sabes? Esto cada vez se parece más a “Escenas de matrimonio”. ¡Hasta tenemos a nuestro propio Avelino! ¿Me marco un risotto?
  • Mejor lo preparamos entre los dos, ¿vale?
  • ¿Quieres tema?
  • ¡Te odio!

Escena 3

  • ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Vamos! ¡Llévame! ¡Venga! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Quiero ir a la playa! ¿No recuerdas la última vez? ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Seguro que lo pasamos guay con el frisbee! ¡Prometo portarme bien! ¡Vaaaaa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa!
  • Parece que Veda te quiere decir algo.
  • Está inquieta toda la mañana, Sira. No sé qué mosca le ha picado.
  • ¿Quién ha dicho nada de moscas? ¡Paso de moscas! ¡Lo que quiero es ir a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa!
  • No sé. Creo que la voy a sacar un rato al parque, para que desfogue.
  • ¡Al parque no! ¡A la playa!
  • Si quieres, nos la podemos llevar a la playa, así estreno el bikini que me compré el otro día.
  • ¡SIIIIIIII!
  • ¿Los tres?
  • ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Llévame a la playa! ¡Vamos!
  • Los tres.
  • ¡Hecho!
  • Pues voy a cambiarme y marchamos.
  • ¡Guau! ¡Esta chica me cae cada vez mejor!
  • Es un encanto, sí.
  • Pero, ¿tú me entiendes cuando te ladro?
  • Ciento tres capítulos dan pa mucho, Veda.
  • ¡Wof, wof!

Escena 4

  • ¡Parece que alguien se pasó tomando el sol ayer!
  • ¡No me toques los huevos, Juanjo!
  • ¡Venga, Andresico! No te lo tomes a mal, hombre… ¿me das un abrazo?
  • De eso nada, que es pa darme golpecitos en la espalda…
  • Bueno, pues que sepas que, con tu nuevo look, pareces el Señor Cangrejo.
  • ¡Calla, calla! Si te cuento lo que me pasó…
  • ¿Y para qué crees que sales en este capítulo, tío? ¡Cuenta, anda!
  • Pues resulta que quedé con una chica en la playa de al lado del Tamarit.
  • ¿La nudista?
  • La nudista.
  • ¡Estás hecho un Bradomín, pájaro!
  • ¡Lo que tú digas! El caso es que, me planto allí con mi sombrilla, mi hamaca, mi nevera llenita de cerveza helada, mis panchitos y… llega ella. Nos ponemos a hablar, nos abrimos una lata de mejillones, unas birras… ¡y aparece, no sé de dónde cojones, Roque Acevedo!
  • ¡No jodas!
  • ¡Sí, sí! El tío se había venido andando desde el Tamarit a “ojear el ganao” y, al verme, se viene para nosotros…
  • ¡Jajajajajajajajaja! ¡Hostias!
  • El tío se sienta, se abre una cervezota, empieza a monopolizar la conversación y, a la tercera lata…
  • Jajajajajajajajaja
  • ¡No te rías, mamonazo! ¡El tío empezó a contarnos la historia de su tío el Mano-Cuero!
  • ¡Jajajajajajajajaj! ¡Diosssssss!
  • Para que te termines de descojonar: cuando me desperté, la chica se había marchado, el Roque se había bebido 13 latas de cerveza y seguía riéndose de las hazañas de su tío y, a mí, me tuvieron que asistir los de la Cruz Roja por insolación y quemaduras.
  • ¡Jajajajajajajajaja!
  • La playa la carga el Diablo.
  • ¡Como los ochenta!

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