El Volapié

La suerte entre dos

También llamada al alimón, esta suerte toma su nombre de un conocido juego infantil en el que los niños se toman de la mano de dos en dos. No es una suerte descrita por los tratadistas clásicos y en la actualidad está en desuso. Suele practicarse en el tercio de quites y, a pesar de que su riesgo es escaso, es muy útil en momentos en los que el ambiente está caldeado por el lucimiento de los diestros.
Obviamente, además es un testimonio patente de buena armonía entre los espadas. La practican frecuentemente los hermanos Luis Francisco y Juan Antonio Esplá, con un capote cada uno; Joselito y El Gallo, también unos hermanos que disfrutaban mucho toreando al alimón; Machaquito y Vicente Pastor; Guerrita con Lagartijo y luego con Mazzantini; con una sola capa lo interpretaron El Chiclanero y Cúchares al reconciliarse tras su agria competencia. Relaciono estos pasajes más por la memoria que fueron dejando en la afición que por los méritos de la ejecución, como sucede ahora con el idilio mantenido entre el llamado Jefe de la Oposición y ZP, a quien llamaré El Niño de la Cumbre si los queridos lectores me permiten una broma taurina, puesto que los toros son lo que aquí me traen.

Atendiendo a las condiciones físicas de las reses se pueden distinguir entre las que disponen del pleno disfrute de sus facultades físicas y sus sentidos y aquellas que andan mermadas. En este último escalafón hay toros especialmente complicados para la lidia debido a que su defecto es difícilmente comprobable con carácter previo. Me refiero a los burriciegos, que por un defecto en la vista tienen una embestida especialmente incierta. Unos ven mucho de cerca y poco de lejos, otros al revés y el tercer grupo lo constituyen aquellos toros que ven mal tanto de cerca como de lejos. Según el taurómaco Francisco Montes “Paquiro”, para el toreo estos son los mejores de los burriciegos, aunque resultan muy pesados en todas las suertes y se aploman con facilidad. Me permito afirmar a modo de libre corolario que el peor ciego de todos es aquel que no quiere ver. Ya veréis como este romance acabará otra vez como el timo de la estampita.

ZP ha llegado a donde ha llegado repartiendo poder, prebendas, regalos y mentiras. Da poder porque puede, obsequios porque es muy generoso y de este modo amolda la legalidad electoral a un sistema válido y democrático que lo perpetuará en el poder al estilo de sus barones andaluces, extremeños y catalanes. De todos los enseres que se hallan en el muestrario de nuestro Presidente, sólo podemos evitar que nos cuele más mentiras. Pero aunque la mitad no nos traguemos sus cuentos chinos no podremos evitar su ingestión mientras el partido que ha sido elegido por más de diez millones de españoles para ejercer la oposición se dedique a dejarse engañar. La primera ocasión que sucedió esto no fue por culpa del engañado sino del engañador, pero de las sucesivas sólo podemos responsabilizar a quien aspira a fosilizarse, por la misma regla de tres, en la segunda fila de escaños. Eso sí, en los de la derecha, para que no se pueda escapar ni uno sólo de los votos que no tienen otro puerto donde atracar.

Rajoy, Arenas, Cospedal y Loyola son un póker de permanentes perdedores electorales que van a aprender demasiado tarde que la verdadera democracia comienza por la casa y por la familia propia, donde todo el mundo tiene derecho a la esperanza.

Debe ser que en tiempos de crisis se viaja muy cómodo en el avión de ZP.

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