El Diván de Juan José Torres

Las Marchas de la Dignidad

Los medios de comunicación oficiales han intentado ocultar, hasta donde les ha sido posible, todo tipo de publicidad de las Marchas de la Dignidad, no haciéndose eco ni en medios escritos ni en televisiones, ni en la pública ni en las privadas. Una vez que ya no podían negar la evidencia, pues las movilizaciones iban cociéndose en sus regiones de origen y recibían adhesiones por las rutas programadas, ya han tenido que hablar y escribir sobre ellas, pero con descalificativos peyorativos y críticas infundadas. Desde que son perros-flautas los organizadores, radicales de extrema izquierda, asaltantes descerebrados, gentes anti-sistemas, melenudos indeseados o feministas loqueras. Hasta han afirmado que las marchas están dirigidas por Willy Toledo o actúan igual que los neonazis griegos. Juicios de valor estúpidos basados en el desconocimiento y en un tendencioso partidismo.
Claro que entre los manifestantes habrán individuos que aprovechen las multitudes para encapucharse y hacer alguna que otra barbaridad, escondiéndose en el anonimato para manchar el prestigio del ideario y la honestidad de la gran mayoría de los manifestados. Pero no nos engañemos, el 95% de las gentes que formaban las columnas desde varios frentes, venidas del sur, del norte, del este y del oeste, para converger en Madrid en una concentración multitudinaria, son gentes como usted y como yo, convencidos de que quedándose en casa dan coartadas al poder, porque quienes callan otorgan, y han decidido agruparse para gritar en el centro neurálgico de España, porque ya está bien de que nos tomen el pelo.

Pues si la vieja consigna del poder ha sido siempre “divide y vencerás” la contrarréplica es justamente ésta: “la unión hace la fuerza”. ¿Por qué se han concentrado en Madrid centenares y centenares de miles de personas? ¿Por divertimento? No. ¿Por pasar un día turístico en la capital? Tampoco. Se han concentrado porque están indignados, porque nos han recortado el sueldo a la mayoría de los trabajadores activos, porque empresas con el agua al cuello cierran por falta de créditos, porque otras con beneficios, como Coca-Cola, tienen la desfachatez de hacer ERES para obtener más ganancias, porque a los mayores les congelan las pensiones, porque los dependientes tienen que pagar copagos y repagos para que se les asista, porque están reduciendo financiación en los centros públicos educativos y sanitarios favoreciendo los concertados, porque los corruptos siguen sonriendo mientras se inhabilita a los jueces, porque nos dicen que tenemos que trabajar más para ganar menos, porque nos aleccionan para contratar pólizas de pensiones con compañías privadas sin ofrecernos garantías de pensiones públicas, porque sigue habiendo seis millones de parados, porque cada vez hay más niños desnutridos, porque ha ascendido el índice de pobreza y porque sentimos que se ríen de nosotros, teniendo además que dar las gracias.

Y porque argumenta el Gobierno que esta Marcha de la Dignidad sobrepasa los límites constitucionales y, miren por dónde, tanto y tanto hablar de la Constitución Española, como un marco incomparable, la maltratan el PSOE y el PP en una noche de verano modificando el artículo 135, que da preferencia al pago de una deuda que no provocamos nosotros, por más que digan que vivimos por encima de nuestras posibilidades, empeorando las condiciones de vida de los españoles y españolas de a pie. Y tanto y tanto hablar de la Constitución, que van a desgastar su nombre de nombrarla tanto en vano, porque los políticos se olvidaron de ella y ahora nos dan clases de moralidad constitucional.

En su Título Preliminar proclama la Carta Magna un Estado social y democrático que propugna, como valores superiores del ordenamiento jurídico, la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Además declara que los recursos del país se pondrán a disposición de los intereses generales. ¡Pues vaya! Está engañando el Gobierno a la propia Constitución porque resulta que los principales recursos del Estado, hídricos, eléctricos, eólicos, mineros o sanitarios, los están expoliando a manos de empresas privadas, vendiéndolas o a través de inmorales concesiones. Y resulta que la Ley “Mordaza” coarta libertades, la Justicia no imparte equidad, no somos iguales ante la ley y las voces políticas que no comulgan con el bipartidismo son silenciadas y condenadas a las eternas minorías por esa absurda Ley D´Hondt.

Vaya con caerse la baba con la dichosa Constitución, pues declara también una vivienda digna y desahucian a miles de ciudadanos, manifiesta también el derecho al trabajo y al pleno empleo y miren dónde estamos y cómo estamos, y los servicios hasta ahora gratuitos y universales lo están vendiendo al mejor postor.

¡Cúmplase la Constitución de una vez! Y hasta que no se satisfaga letra por letra, punto por punto, seguirá la gente manifestándose, luchando por sus derechos y reivindicando sus dignidades. Se necesitan muchas Marchas de la Dignidad para nombrar las cosas por su nombre: a los mentirosos embusteros, a los corruptos ladrones y a los malos políticos ineptos. Y las personas honradas que no pierdan nunca, nunca jamás, la dignidad. Que si les fue arrebatada es tiempo de conquistarla de nuevo.

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