El Volapié

Los riesgos de enero

Las Navidades acaban con unos días en los que parece que nos encontremos en un casto Jardín de las Delicias. A la ternura de Nochebuena y Navidad le siguen las juergazas de Nochevieja y del Roscón de Reyes. En medio de estos mojones intercalamos un sinfín de preparativos, comilonas familiares y de empresa, compras y similares. No pudiendo evitar en las vísperas la visita al supermercado de costumbre, me veo inmerso en el olor de las multitudes y me pregunto cómo apestarían las ciudades en las sucias edades medias cuando la gente no se lavaba tanto como ahora. Porque hogaño la gente se asea diariamente, ¿O no? Penetrando en una aglomeración de estas me parece que no se vende tanto jabón como dicen las encuestas y que la gente se toma muy en serio eso del ahorro de agua. Con el bigote manchado todavía de chocolate y roscón nos reincorporamos al quehacer cotidiano, que prácticamente no se volverá a alterar hasta la Pascua de Resurrección. Nos encontramos que ya han subido de precio los epígrafes de bastantes elementos de adquisición obligatoria, mientras que el valor de cada sueldo permanece casi inmutable. Los contenedores de basura todavía nos muestran señales de los fastos navideños, y rebosan de cajas de regalos, los accesorios de Barbie Superstar y del futbolín de Raúl. Y como todavía nos queda bastante dinero tras las compras de Navidad, esperamos con ansia las rebajas para terminar de vaciar nuestras diezmadas arcas familiares. ¿Quién ha pronunciado y elevado el desnivel de la cuesta de enero? Nosotros mismos, que somos más listos que altos.
Y como cada año nuevo nos planteamos una vida nueva, con nuevas metas, con nuevas ilusiones, con nuevos y sanos objetivos personales, profesionales, familiares y de solidaridad, aunque al poco tiempo iremos cayendo en el Valle de las Excusas, porque la mayoría de los nuevos proyectos propuestos sólo nos van a durar unos dos días y medio, y comenzaremos con el rosario de “ya lo haré”, “es que ahora”, “lo dejo para un poco más adelante”, etc. Por ello afirmo que a partir del día nueve dejaré de fumar, iniciaré una dieta para perder esos diez kilos que me sobran, comenzaré la tramitación del plan renove conyugal, pues es sano hacer esto cada década como máximo, retomaré mi curso de inglés por correspondencia, lo cual será una chorrada porque ya tenemos una fantástica Escuela Oficial de Idiomas, que todo hay que decirlo, haré un propósito de mirar con buenos ojos los aciertos que cometan los socialistas, los de Izquierda Unida, que no todos son comunistas, y los Verdes que nos gobiernan a nivel local, pues no es tan fiero el león como lo pintan.

Haré propósito de no tomarme a mal cuando inauguren el nuevo Centro de Ocio Plaza de Toros con un concierto de Joaquín Sabina en vez de con una buena corrida, prometo no volver a regodearme cuando el U. D. Escalerillas le meta tres o cuatro al Barcelona, prometo no enfadarme cada vez que escuche al portavoz del gobierno municipal explicar que el soterramiento no va ser posible por culpa del anticiclón de las Azores, intentaré que mis columnas vayan perdiendo acidez a cambio de más amenidad, y le pediré a Dios que encienda en mis entendederas una luz que me permita apreciar la melodiosa voz del “Sabina", pues si bien es cierto que canta como un mirlo, a mí me recuerda a Doña Rogelia. En cualquier caso, enero se irá pasando poco a poco y sin lugar a dudas sobreviviré con energía suficiente para llegar hasta Fiestas por lo menos.

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