Desde el acantilado

Manifestaciones artísticas

La semana pasada el amigo Andrés Leal replicó al artículo en el que yo arremetía contra los artistas. Como era de esperar, salió en defensa del colectivo y se preguntaba qué miedo podía provocar una manifestación artística y qué miedo o desprecio se puede tener a su opinión.
Le contesto a las preguntas, miedo a las manifestaciones artísticas creo que en este país que se sigue llamando España, aunque les hieran los oídos a muchos al escuchar la palabra, no tiene nadie. Miedo a las opiniones de los artistas, no tiene nadie. Desprecio a las opiniones sobre el PP de artistas como el señor Luppi y los amigos que le arropaban, por mi parte, todo el que pueda expresarle con mis palabras.

En mi artículo en ningún momento cité nada sobre las subvenciones a la cultura porque entiendo que muchas de las “manifestaciones artísticas” no tendrían repercusión ninguna si no estuvieran subvencionadas, y aunque a veces, muchas, se realizan auténticos bodrios con el dinero de todos, otras veces, muchas, llegan a realizarse joyas que no podrían llevarse a cabo nunca sin la ayuda de la Administración. Quizás está mal planteado o mal desarrollado la forma de subvencionar y en eso le doy la razón a Andrés, pero no estoy en contra de la subvención al arte siempre que esté bien gestionada.

Sin embargo, volvemos a lo de siempre, la izquierda y el lado “más social y humanitario”. Estoy más que cansado de ese cuento. Que ese cuento sólo se lo creen los que son de izquierdas, que estamos en el año 2007 no en 1936, que la diferencia entre la izquierda actual y la derecha actual no es tan grande, si no, que alguien me explique cómo el PP puede tener diez millones de votos, aproximadamente, cada vez que se celebran unas elecciones. Si el PP no tuviese en cuenta esa labor “social y humanitaria”, estoy convencido de que no sería una realidad viva en la política española. Los votantes del PP provienen de todos los estratos de la sociedad española; si no es así me gustaría que viniera alguien y me demostrase lo contrario.

Los artistas, como tales, merecen todos mis respetos y aplausos cuando hacen bien su trabajo. Ello no es óbice para que cuenten con todo mi rechazo cuando hacen manifestaciones despreciables, sectarias y propias de los regímenes totalitarios que defienden desde sus posturas ideológicas de izquierdas más cercanas al estalinismo o al castrismo que a la socialdemocracia alemana o al laboralismo inglés. Esto lo diré y lo mantendré donde haga falta y ante quien lo quiera oír o leer. Por suerte estamos en España y esto lo puedo decir bien alto y claro. Si estuviera en algún país de esos de los que son tan amigos los artistas de izquierdas, posiblemente estaría en la cárcel por abrir la boca.

El que un artista tenga opinión política o pensamiento propio es lógico, hasta ahí podríamos llegar. ¿Es que alguien se lo ha negado en los últimos treinta años? Estamos en un país de-mo-crá-ti-co, con una Constitución que contempla entre sus derechos fundamentales el derecho “a expresar y difundir libremente los pensamientos” y por eso las declaraciones del señor Luppi y de todos los que piensan como él, sean artistas o no, merecerán todo mi menosprecio. El PP ha sido y es un pilar fundamental de la consolidación de la democracia en España y esperemos que lo siga siendo por muchos años por higiene democrática para los españoles, por ello no se merece el arrinconamiento que ciertos sectores de la cultura y política española pretenden.

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