Viéndolas pasar

No hablaré de Leo Bassi

Me parece que ya se ha dicho bastante de él y de su obra, aquí y en Pekín, así es que, hoy, cuando Ud. lea esta columna, sabrá si va a asistir o no a la obra de la polémica, eso si quedan localidades, claro, porque con la propaganda que se le ha dado, lo mismo no cabe un alfiler, con lo cual, aquellos detractores, no ya de la obra sino de la concejalía encargada de la contratación de la misma, van a tener que aceptar que, al menos, en lo que a público se refiere, el evento pueda resultar un éxito.
Hablemos pues de otros asuntos novedosos que esta semana nos ha dejado sobre la mesa. ¡Cómo que no hay nada nuevo! Claro que lo hay, se trata del nuevo formato de “diálogo” que al parecer ha acuñado alguno que, por lo que se dice en distintos medios de comunicación, es seguidor de Ibarreche. Se trata de la vieja conocida patada en los huevos, sí, reconozco que podría ser más fino y decir en los genitales, pero no, las cosas como son, aquello fue una patada en los cojones al Sr. Aguirre, miembro del Foro de Ermua y de alguna manera, también al resto de la Sociedad que no pensamos que el camino adecuado sea el de la confrontación. Si alguien, por una de aquellas, piensa que el Sr. Aguirre tiene que ver con el PP vasco, se equivoca, era miembro del PSOE-PSE. También sería triste que alguien pensase que por ser de uno u otro partido, la patada está más o menos justificada.

Maldita la gracia que tuvo, por lo escuchado en algún video en el que se reproduce el momento exacto en el que la pezuña del agresor impacta con la zona baja de la víctima, la frase que acompañó el futbolístico movimiento del “asno” que dio la coz: ¡Cállate fascista! Ahí es nada: Le suelta una patada en los genitales y encima le llama fascista.

¿Qué tiene que ver lo de Bassi con la patada? En principio no tienen puntos en común, pero por asociación de ideas, en un ambiente tan crispado -eso de caldeado se queda tibio- no es de extrañar que salten chispas entre los que quieren asistir al evento y los que se sienten insultados por el mismo. Dios quiera que no sea así en Villena.

Esto me recuerda alguna conversación que tenía hace ya un par de años, tal vez más, con un amigo al que le decía que estaba el ambiente muy cargado. El decía que no se lo parecía pero de un tiempo a esta parte, se lo he escuchado decir a él en varias ocasiones, en cualquier caso, basta acercarse por los foros de los periódicos digitales de la ciudad para palpar que el ambiente está que arde.

Con la Libertad de Expresión por bandera, unos y otros se acusan mutuamente de ser los instigadores de esta crispación y me doy cuenta del nulo esfuerzo que hace el personal por acercar posiciones y tratar de buscar puntos de encuentro; en su lugar se remarcan las diferencias y por todos los medios se intenta imponer el criterio propio.

No somos inteligentes, pues quien convence por la fuerza no consigue sumar sino que, a la primera de cambio, recibirá el pago con la misma moneda, incluso, con la misma patada que antes mencionaba.

En cualquier ámbito, soy testigo, hay gente capaz de negar la mayor, de cerrar los ojos a la verdad objetiva y creo entender que la razón principal es el egoísmo del individuo que, endémicamente, se ha apoderado de esta Sociedad.

Entenderse es negociar –no hablo del proceso de paz, no me malinterpreten– y negociar implica ceder y subrayar los puntos en común aceptando que las diferencias nos pueden enriquecer sin renunciar a nuestras convicciones, fortaleciéndolas incluso

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