El Volapié

Plaza de España

A pesar de los pesares, me encanta España de punta a punta y de cabo a rabo, porque hasta el rabo todo es toro. En Alicante la plaza de toros se halla en la Plaza de España y lo mismo sucede en Barcelona, aunque la Plaza de las Arenas se haya reconvertido en un centro comercial –precioso, por cierto– insertado en el coso antiguo que se hallaba enfrente de la Exposición Universal. Cuando hablo de toros y de Barcelona me apena lo poco que falta para que la prohibición se ejecute –será este domingo–, por eso estoy en la obligación de señalar a los culpables para que los queridos aficionados villenenses puedan lamentarse de que en todas partes cuecen habas.
Con el tripartito catalán se encendió la mecha y al principio los de Esquerra promovieron la prohibición, los del PSC disfrutaron de libertad de opinión y de voto, los del PP anduvieron con cautela y sólo se la jugaron algunos catalanes como Albert Rivera, Boadella y Serrat en las últimas horas. Cuando llegó el momento de votar el acuerdo en el Parlamento Catalán se comprobó que el PSC se doblegó a los intereses de ERC y, llegados al punto reciente en que se hubiera podido prorrogar la entrada en vigor de la prohibición, el PP se quitó la careta y se abstuvo impidiendo tal prórroga. Supongo que lo haría espoleado por sus resultados electorales o intoxicado por el bótox, por comenzar en clave de humor.

En la misma clave que lo ha hecho la nueva serie del ente público televisivo que da título a la columna que está usted leyendo. Un ciclo ambientado en los primeros meses de Guerra Civil en un pueblo cercano a la primera línea del frente de Guadarrama, donde los aldeanos han aprovechado para hacerse con las propiedades del Marqués. Lo típico –estarán pensando– pero nada más lejos de la realidad, porque estos aldeanos no han necesitado hacer uso de la violencia debido a que el citado Marqués murió de muerte natural al comienzo del conflicto. Mientras estos holgazanean en el palacio, llegan del otro lado los soldados de Franco que inmediatamente intentan comenzar con los fusilamientos de aquellos, dicho sea todo esto en clave de humor.

Humor, humor, pero el Gobierno de nuevo pone a los buenos en un lado y a los malos en otro, lo cual es una infamia aunque haya sido expresada entre carcajadas y pagada con dinero público.

Imaginen por un momento que una cadena televisiva privada –por ejemplo, Intereconomía– osase lanzar unos capítulos tan humorísticos como usted quiera en los que los milicianos tramasen el asesinato de curas y la quema de las iglesias. Pueden estar seguros de que el ínclito Wyoming, los agradadores de Tele5 y demás séquito del régimen no tardarían ni cinco segundos en tomar cartas en el asunto.

En todos los pueblos y ciudades de nuestra Piel de Toro debería erigirse una Plaza de España donde pudiésemos ir a leer, pasear y a olvidar la maldita Guerra Civil.

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