De recuerdos y lunas

Sanguijuelas

La actriz y productora Demi Moore confesó que "al primer mordisco le dieron ganas de gritar, pero una vez que se relajó, las sanguijuelas empezaron a beber su sangre y se sintió libre de toxinas". El primer gusano se lo había puesto sobre el ombligo.

La noticia, de marzo de 2008, la leemos en El nacional.com, un diario caraqueño. La leemos ahora. Cosas de internet. Pero la noticia dice más. Dice lo que relató la actriz en el programa de televisión estadounidense donde reveló su terapia de belleza tratada en Austria y, dando más detalles sobre los bichos, apuntó: "Ves que van quedando gordas, con mucha sangre." Mas, a pesar de reconocer que estos anélidos desintoxican la sangre, manifestó sentirse "un poco timada" con el tratamiento. ¡Sanguijuelas! ¡Chupasangres!

"Sanguijuelas" han llamado algunos a los especuladores de Wall Street, principalmente banqueros de inversión, a quienes acusan de la crisis, del huracán financiero. Fuck them —zahieren otros. "Que se jodan", traduciríamos. Así lo relataba Claudi Pérez para Negocios, el suplemento salmón de El País (21.09.2008), en un artículo publicado en uno de esos días en los que uno, que no está para guardar más papeles, tiene que guardar papeles. Me lo dijo mi compañero José Miguel Hidalgo, economista de formación y vocación: "Esta crisis es de las que tendremos que explicar en clase." Sí, como explicamos las de 1873, 1929, 1973, 1980... Que parece que se suceden para que no nos olvidemos de Kondratieff, Imbert, Juglar, Kitchin y discípulos respectivos, para que no nos olvidemos de los ciclos, esa muñeca rusa –o esa sierra– que esculpe el devenir económico.

Pero mientras en los bares de Wall Street –dígase en el emblemático Harry's Bar– se dice "sanguijuelas" a quienes se considera responsables del crack, nuestros socialistas –sea el presidente y secretario general Rodríguez Zapatero, sea el vicesecretario general Sr. José Blanco– se han vuelto muy exquisitos y educadamente hablan de "neocon". Que queda más "in". Pero por aquí, y al parecer por Wall Street, a quien se beneficia con avaricias y excesos siempre se les ha dicho "sanguijuelas". También sanguisuelas o sangoneras o sangujas. O chupasangres, usureros, mohatrones, mohatreros o mohatrantes. Timadores. Chorizos. Matatías. Igualmente, judíos o hebreos –términos éstos políticamente incorrectos. Renoveros, logreros, diteros, gusanos, parásitos, tenias o solitarias, vampiros... Lo de "neocon" como ofensa, vinculado al neoliberalismo, vinculado al neoconservadurismo, vinculado políticamente al modelo Bush Jr. y al aznarismo de los pies en la mesa y las Azores, es más de ahora.

Joseph E. Stiglitz en "El malestar en la globalización", conociendo como él conoce los entresijos del dinero internacional, nos advirtió de las muchas contradicciones de la economía mundial contemporánea. "La guerra moderna de alta tecnología –escribe el nobel– está diseñada para suprimir el contacto físico: arrojar bombas desde 50.000 pies logra que uno no 'sienta' lo que hace. La administración económica moderna es similar: desde un hotel de lujo, uno puede forzar insensiblemente políticas sobre las cuales uno pensaría dos veces si conociera a las personas cuya vida va a destruir." Carlos Taibo en "Movimientos de resistencia frente a la globalización capitalista" denuncia que en EE.UU. gobierne quien gobierne, se apellide Bush o se apellide Clinton, quien nos administra son gigantescas compañías económico-financieras. Sin fronteras. Que la internacionalización, al cabo, la ha hecho el capitalismo; mientras la izquierda se entretiene en la aldea. Pero cuando vamos en el machito, no hacemos caso o no queremos hacer caso de las voces críticas. Siempre vistas como Casandra. Y nos hemos hecho tan finos y cursis que nos da asco decir "sanguijuelas" a quienes, "neocon" o "progres", nos siguen chupando la sangre.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba