El Diván de Juan José Torres

Sanitario Carcelero Fiemo (El Seco)

Éste es el nombre y apellidos que se ha ido poniendo, con el paso del tiempo, mi buen amigo Fernando. Fernando es villenero de pura cepa, ya no es tan joven pero tampoco está excesivamente granao, es sabio como él solo y observador como pocos. Casi al mismo tiempo fue modificándose sus señas de identidad hasta que un día me dijo: “no te sorprendas tanto, al fin y al cabo todos en Villena nos llamamos así”. Y luego me explicó que no ha perdido todavía la razón, pero que ve pasar el tiempo y Villena no es que progrese, no es que se estanque, es mucho peor: “es el grano que todos se quitan de en medio”.
“Hombre Fernando, no será para tanto” le dije. Y me hizo callar. Y me razona que en Villena antes brotaba el agua caballera, hasta que empezaron a pulular los especuladores, primero para comerciar y luego para forrarse con ella; que lo del cultivo agrícola es una tapadera porque lo que más agua consume son los otros parientes, especuladores del ladrillo que montan complejos, urbanizaciones, hoteles y campos de golf para el disfrute de otros especuladores de la bolsa, los que inventaron una crisis que padecemos los demás. Que si el agua para aquí, el agua para allá, y los pozos con sed. Por eso se puso el mote de “el Seco”.

Me cuenta también que se nominó “Sanitario” porque se sintió vilmente engañado. Y añade: “nos prometieron un hospital y tenemos un centro con especialidades, y la mayoría de las veces tienes que irte al hospital de verdad. Las parturientas se desplazan a Elda o a Yecla, si es que les coge el apretón de paso. Y ahora amplían ese hospital comarcal porque se les quedó pequeño, que yo para mí, hacerlo más grande es volver, con el tiempo, a masificarlo. Que aquello está lleno de gente de Villena y que con parte del dinero de la ampliación se podrían haber mejorado los servicios de aquí y que no es bueno centralizar”.

Me comenta que se apellida de primero “Carcelario” porque nos construyen un centro penitenciario. Que a los condenados hay que ponerlos en algún sitio, pero ancha es Castilla. Que si tenemos que comprar nuestra propia agua y nos tenemos que ir a Elda por qué la cárcel. Que la única ventaja que le ve es que si un día le detienen le pilla cerca. Pero que ya está bien”. Y me añade que “sólo falta que nos pongan también ese cementerio de residuos nucleares que nadie quiere”. Ahora lo llaman “almacenamiento geológico profundo”, que parece más higiénico y hasta ecológico. Y dice Fernando que los políticos conformes con estos cementerios se reúnan con los mafiosos de los Gürteles, Filesas, Marbellas y demás y que les construya un pueblo el Pocero, incluido su cementerio nuclear.

Se ha puesto Fernando “Fiemo” de segundo apellido que, aunque suena feo, es peor el significado, pues es sinónimo de estiércol. Pues también tenemos aquí plantas de basuras y esto ya huele a pocilga. Me susurra Fernando con voz grave y enfadada que las administraciones pensarán que en Villena tenemos el síndrome de Diógenes, y que no nos importará, por tanto, tanto camión cargado de gloria bendita, ni los olores, ni las montañas de restos que sobran en otros sitios -y que formarán cordilleras-, ni su mierda. “Eso luego se sella” dicen, y aquí paz y aquí gloria.

“Hasta los huevos. Estoy hasta los huevos” grita Fernando. Y el problema, continúa diciendo, es que “Sanitario Carcelero Fiemo somos todos y aquí nadie mueve un dedo”. Sentados nos quedamos, observando a políticos de renombre mentir, con la apática esperanza que ya se arreglará. Y que Diógenes engorde aquí con los años, como los centros carcelarios y hospitalarios ya masificados.

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