El Ordenanza

Sentido y sensibilidad

El Ordenanza. Capítulo 106

Escena 1

  • ¿Cómo te llamas?
  • Hamed.
  • ¿Hamed?
  • Sí. Hamed.
  • ¿Hamed algo más?
  • Hamed Amir.
  • Hamed, ¿recuerdas algo?
  • No. Cuando me he despertado, estaba aquí… tumbado. ¿Dónde estoy?
  • Estás en el centro de salud. Te desplomaste nada más entrar.
  • ¿En el centro de salud?
  • Sí, tranquilo. Te has golpeado la cabeza al caer, pero sólo llevas una pequeña herida. Te vamos a sacar sangre para hacerte una analítica. Ahora vendrá la ambulancia y te llevarán al Centro Integrado para que te hagan una radiografía de la cabeza, para descartar. Intenta recordar lo que has hecho hoy.
  • Me he levantado temprano: hace una semana que encontré el trabajo y a las ocho ya estoy repartiendo.
  • ¿Trabajo?
  • Sí.
  • ¿Repartiendo qué?
  • Publicidad.
  • ¿Haces buzoneo?
  • Sí. Necesito el dinero.
  • Entiendo. ¿Qué edad tienes?
  • … eh… dieciocho.
  • Ya… Hamed, ¿cuántos años tienes?
  • ¿Cuál es la edad mínima para trabajar?
  • Dieciséis.
  • Dieciséis.
  • ¿Dieciséis?
  • Sí. Tengo dieciséis años.
  • ¿Sabes, Hamed? No tienes dieciséis años.
  • No tengas miedo. Aquí estamos para ayudar a la gente, no para torturarlos hasta que canten. Aunque… ¿ves al celador? Ese tipo alto y fuerte… cuando alguien nos lo pone difícil, se lo lleva al gimnasio y… siempre sale solo. No se vuelve a ver con vida al que entra con él allí… ¡No pongas esa cara, hombre, que es broma!
  • ¡Vaya susto me has dado! ¡Me lo he creído!
  • ¿Sabes, Hamed? Tienes una sonrisa encantadora. Dime cuántos años tienes, anda.
  • Catorce. ¡Pero no quiero meterme en líos, doctor!
  • Tú no vas a meterte en ningún lío, tranquilo.
  • ¡Ni mi padre!
  • ¿Me lo prometes?
  • Si me cuentas toda la verdad, intentaré escurrir el bulto. Es todo lo que te puedo prometer.
  • Vale. Me he levantado a las seis de la mañana. Vivo en el pueblo de al lado y, como aquí no habíamos repartido, me he venido a hacerlo. No tenía mucho tiempo que perder así que, he pensado que ya tomaría algo luego. Si empiezas a las ocho y te das prisa, a las doce te traen más folletos.
  • ¿No has tenido tiempo a desayunar en dos horas?
  • He venido a pie.
  • ¿Desde el pueblo de al lado?
  • Sí.
  • ¿Doce kilómetros andando, cargado con la mochila de los folletos. ¿Sin desayunar?
  • Sí.
  • Mi familia es humilde y…
  • ¿Me estás diciendo que llevas desde las seis de la mañana sin comer nada?
  • Sí.
  • ¿Puedo seguir?
  • Sí, sí. Perdona.
  • Hoy ha hecho mucho calor. He intentado ir por las aceras en sombra pero, a las tres, más o menos, no había ninguna por ningún sitio.
  • ¿Has bebido agua? ¿Llevabas alguna botella?
  • Las fuentes están secas y…
  • Claro, por el COVID…
  • Sí. No entiendo muy bien algunas de las medidas…
  • Ni tú ni nadie, Hamed. Sigue, sigue.
  • Me he empezado a encontrar mal y me he sentado en un banco. Eran como náuseas y dolor de cabeza. Me daban arcadas, pero no conseguía vomitar.
  • Para vomitar, hay que llevar algo en el cuerpo, hijo…
  • Ya…
  • ¿Y qué has hecho?
  • Me he quitado la mochila y me he acostado en el banco. Han pasado unos chicos y creo que me han grabado en vídeo pero, no han tardado en irse.
  • ¿Te han grabado?
  • Sí. Me decían cosas como “menudo morao lleva el moro” o “¿a quién se le ocurre fumar porros con este calor?”.
  • ¿Has fumado?
  • ¿Dudas de mí a estas alturas?
  • No.
  • No fumo.
  • ¿No te han ayudado?
  • No. Se han limitado a reírse de mí y, cuando se han cansado, se han ido. He recuperado un poco de fuerzas y he llamado a casa y al chico que me trae los folletos, pero no contestaba nadie, así que me he venido al médico.
  • Como no sabía bien dónde estaba el centro de salud, he intentado preguntar a una mujer que ha salido casi corriendo y, un anciano me ha amenazado con un bastón… yo solo quería llegar aquí. He preguntado a otro hombre, que me ha dicho que me pusiera la mascarilla… la mascarilla…
  • ¿Cómo has llegado?
  • No lo sé. Se me ha nublado todo un poco. Lo siguiente que recuerdo es hablar contigo.
  • No te preocupes. Todo va a ir bien. ¿Puedo llamar a tus padres para informarles?
  • Sí.
  • ¿Me dices el número?
  • Lo tengo en el móvil, en la mochila. ¿Dónde está?
  • No traías mochila.
  • ¡Alláh agbar! ¡Me he dejado la mochila en el banco!

Escena 2

  • ¡Es de un moro, agente! ¡La ha dejado ahí, ha dicho nosequé de Alá y se ha marchado corriendo!
  • Muy bien, señora. Haga el favor de no traspasar la línea policial.
  • ¡Que nadie atraviese la línea policial! ¡Va a entrar el robot artificiero!
  • ¿El robot qué?
  • ¡Haga el favor de retirarse, señora, que me está dando usted la tarde! ¡Todo libre!
  • ¿Cómo que todo libre? ¿Y la mujer esa?
  • Lo tengo todo controlado, Pérez.
  • ¡Oiga! ¡Que a mí no me controla ni mi marido!
  • ¡Señora, haga el favor de retirarse, que al final me voy a tener que enfadar!
  • ¿Y qué vas a hacer? ¿Pegarle un porrazo?
  • ¡Mira, niño!
  • Detonación en diez, nueve, ocho, siete, …
  • ¡Señora, que se esté quieta de una vez!
  • … cinco, cuatro, tres, dos, uno, …

Escena 3

  • ¿Alguna noticia, Avelino?
  • Nada fuera de lo común, Aurora. España y sus “españeces”.
  • ¿Qué ha pasado?
  • Los Tedax han detonado la mochila de un chico que estaba buzoneando.
  • ¡Rara manera de repartir publicidad!
  • No lo tomes a broma, cariño. Es bastante triste.
  • Lo siento.
  • Tranquila. Creo que voy a apagar el teléfono.

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