Vida de perros

Sin hablar del Medievo

Parece imposible decir algo más acerca de las pasadas Fiestas del Medievo. Es una cita que brilla por sí misma y que gracias a su constancia, a la dedicación que con que se prepara y a las colaboraciones que recibe, ha ganado un hueco más que merecido en la vida de nuestra ciudad. Muestra de ello son los continuados éxitos que año tras año va alcanzando, igual que el interés que suscita: capaz de atraer visitantes tanto de provincias colindantes como de otras más lejanas. El programa presentado no es para menos: tres días con más de cien actividades continuadas en un entorno emblemático.
Parece imposible decir algo más de nuestras Fiestas del Medievo, salvo que apartemos a un lado los merecidos halagos, los agradecimientos y el conteo oficial de visitantes. Entonces nos encontraremos con algunos detalles a tener en mayor o menor consideración. Como el siempre problemático asunto del aparcamiento de vehículos o el no menos problemático asunto del alojamiento. Y ya que ambos asuntos no solo afectan a estas fiestas en particular, me temo que es una cuestión que debería entrar en la agenda municipal: si Villena afortunadamente cuenta con esa capacidad de convocatoria en el desarrollo de sus actividades, y tales actividades son además impulsoras de la economía local, entonces deberíamos facilitar los medios para mejorar su desarrollo.

Creo que es complicado determinar la medida en que nuestro ayuntamiento debe “intervenir” en el desarrollo de estas Fiestas del Medievo, puesto que se trata de una iniciativa privada, por decirlo de algún modo, y por tanto se han de respetar tanto su filosofía como su metodología, tanto su fin como su modo de llevarlo a cabo. Pero pienso que de algún modo se debería ir concretando cuál es el lugar que ocupa nuestro ayuntamiento dentro del organigrama de este proyecto; un vínculo que de hecho existe, porque no podría ser de otro modo, pero que parece sustentado mediante un acuerdo verbal, más que por un convenio, lo cual ha propiciado problemas en la toma de decisiones o en los procesos burocráticos y administrativos (como el que dificultó el cobro de más de cuatro mil euros el pasado año por parte de la asociación del Rabal).

Por otro lado, un año más, no deja de llamar la atención que pese a los supuestos esfuerzos que se realizan en materia de cultura para evitar el solapamiento de actividades, pese a la previsión en las fechas de las actividades, pese a la inusitada expansión del ecuador festero (que ya abraza las tres semanas), tenga que coincidir el desfile de Moros y Cristianos el mismo domingo en que se desarrollan las Fiestas del Medievo. Evento que requiere una reducción de aparcamientos en las calles centrales de Villena además de la atención de la policía municipal. Eso sin contar con la pretendida derivación de atención de público hacia tal desfile, en detrimento de la participación requerida por esta fiesta popular, turística y particular que organiza la Asociación del Rabal.

No quisiera ahondar más en el tema, porque si tomáramos una perspectiva fría y calculadora, queridas personas, porque si tomáramos estas reiteradas casualidades desde un punto de vista psicológico, entonces abundaríamos en términos que no beneficiarían a nuestra ciudad. De modo que queda esperar a que desde algún punto sople un aire reflexivo y coherente que sirva para poner cada cosa en su lugar y que cada cosa cobre su merecida importancia y apoyo popular. Nuestro ayuntamiento ahí debe ser mediador y debe manifestar posturas concretas, no autoritarias, por supuesto, pero sí definidas, porque nuestro ayuntamiento es de alguna forma representación de la voluntad ciudadana además de constituir el órgano de gestión y organización de nuestra ciudad en el presente y en el futuro.

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