El Volapié

Tengo una cabezonada

El último día finalizaba mi columna cuando acababan de tocar a la puerta de mi casa para traerme la respuesta a cómo sobrevivir al fin de este mundo. Luego me dijeron que tal respuesta me la darían el domingo en no sé qué asamblea de no sé qué testigos, con entrada gratuita y sin colectas. Sinceramente les digo que no me importa ni el fin del mundo ni nada que la ciencia o el arte no puedan explicar.
Podrían convocar una reunión para animar a los amigos Rodríguez Zapatero y Ruiz Gallardón a que de nuevo presenten a Madrid como candidata a los Juegos Olímpicos de 2020. Incluso a los de 2024, con el lema Tengo una cabezonada. La pena es que no haya juegos en 2013, así el lema sería: Agárramela que me…

La verdad es que todos nos encabezonamos con cosas. Si ustedes me leen habitualmente ya conocen las mías… Las cabezonadas de ZP también las conocen los queridos lectores. Y las padecemos todos, incluso los que no hemos votado a este insensato. Mientras España y la mayoría de los españoles andamos en la brega para sobrevivir a esta crisis que entre todos hemos montado y que los ineptos han agravado exponencialmente, nuestro incomparable Presidente del Gobierno persiste en sus cabezonadas. La última está relacionada con su empecinamiento con la Ley de Memoria Histórica encaminada a reabrir el rencor que todos acordamos en mitigar durante nuestra ejemplar transición.

Rodríguez tiene previsto eliminar del Museo del Ejército –que lleva varios años cerrado porque se está trasladando al Alcázar– la sala que describía el asedio que sufrió dicha fortaleza durante la Guerra Civil. Aquella resistencia constituyó un episodio que deberíamos aprovechar para abundar al máximo en los deseos de paz que debemos tener todos los españoles. Los soldados que allí combatieron se limitaron a hacer historia y merecen ser honrados como héroes aunque en este capítulo los buenos estuviesen en el bando en el que ZP no admite que hubiese buenos y los malos en el que ZP se empeña en calificar como el único en el que estaban los buenos. Mi entidad es escasísima pero los historiadores parecen estar de acuerdo con que la historia no debe ser manipulada de esta manera.

¿Se imaginan que yo hiciese pública la lista de asesinados en Villena por los milicianos durante la Guerra Civil? ¿Qué les parecería a los nietos de los asesinos conocer el verdadero hecho por el que sus abuelos tuvieron que marcharse de España? ¿Sabemos encontrar la diferencia entre un preso político y un asesino criminal? ¿Merece la pena contar que a mis abuelos los mataron por el atroz delito de ir a misa? ¿Cómo se puede permitir homenajes al Niño de Paracuellos? ¿Dónde fueron a parar las cajas fuertes que se incautaron en nombre del inocente régimen republicano y qué nunca se devolvieron a sus dueños? ¿Pero es que en España nunca vamos a tener la fiesta en paz?

Como dice Arturo Pérez Reverte, tiene más peligro un imbécil que un malvado.

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