Vida de perros

Todo listo

Y aunque pensábamos que todo ocurrió en 2005, es ahora cuando definitivamente las niñas y niños no bautizados irán al cielo (me alegro por mi sobrino). Así lo dijo Benedicto 16 entonces y así va a ocurrir a partir de ahora. Así que se acabó definitivamente el dichoso limbo, terreno infinito donde ampliar el resto de terrenos infinitos o donde inventar nuevos artilugios metafísicos. Vemos esta semana, por otro lado, cómo cae la burbuja urbanística (no quiero ni pensar en ello, porque esto sólo es un primer susto) junto a la caída del temor –terror– al descenso de nuevas incorporaciones a la Asociación Católica (la que recuerda ahora a la ciudadanía que pueden votarla a ella junto a las asociaciones humanitarias en su declaración de renta; vamos, que no tienen porqué elegir entre unas u otra, lo digo porque eso sí suena realmente a pedir limosna).
Pero no es de eso de lo que yo quería hablarles, sino de que ya está todo listo para las elecciones de Mayo 2007. Todos los partidos dispuestos se han presentado y han presentado sus candidaturas y como ustedes habrán comprobado España 2000 no ha concurrido a dichos comicios, espero que no a causa de las críticas vertidas en el presente medio –que, como el jefe de Benedicto 16, aprieta pero no ahoga–. En cualquier caso el pescado está vendido y a partir de este momento no tendremos más que bombardeo mediático dondequiera que nos encontremos: todos los partidos lo han hecho bien y merecen estar en el pedestal, y eso es algo que tendrán que recordar y repetir hasta la saciedad. Pero al final unos estarán en lo alto, otros serán la fastidiosa llave y otros estarán en el limbo, porque en política, como ustedes saben, nadie pierde.

El último partido en presentar sus listas ha sido el Popular, retrasando su festival una semana y entrando casi en el cuarenta de mayo –por lo de quitarse el sayo–. En dicho evento no deja de ser curioso que tal presentación de lista, pese a los maledicientes comentarios vertidos contra su máximo rival, ahora se dé una sorpresa similar al otro mostrando una lista novedosa, una lista compuesta de personas no reconocidas históricamente –disculpen la hipérbole– tal y como hizo su principal contendiente. Datos que llevan al que escribe a pensar en la falsedad de la pugna, en el juego sucio, en el aprovechamiento mediático, en el uso del marketing –extraña ciencia que baraja la susceptibilidad de quienes andamos a pie– para conseguir a toda costa sus fines.

No dejo de valorar el conjunto que Celia Lledó reúne a su lado, lo prefiero a las anteriores propuestas del partido, pero continúo sin creer en Celia. Me duelen las amistades que la buscan de un modo tan colosal como para instarle a rechazar lo que el gobierno nacional concede, me duele el absoluto rechazo a las metas conseguidas, me duele la negación que olvidaría si el día de mañana estuviera en el poder y la condicionara. Y no es la señora Lledó contra la que arremeto, sino contra un tipo de política como la que vivimos en todos los planos. Una política que deja de lado la realidad civil a costa del propio liderazgo (quien piense que las opiniones y decisiones políticas dependen de la ideología va listo), una política más preocupada de un mundo relativo –que es el que marca la economía– antes que de un mundo de y para las personas, de un mundo donde se pueda vivir: con derecho a vivienda y a trabajo, a dignidad. Y digo un mundo, un mundo, eso que es mucho más que una ciudad.

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