El Volapié

Ver, respirar y beber

Con motivo del Carnaval o para ir a los toros en Fiestas, a muchos hombres de Villena les gusta disfrazarse de torero, de fulana con los pechos al aire, de guardia entricorniado o de cura sotánico, y en estos días de Halloween de fantasma, del malo de Scream o de esqueleto. Precisamente recibí hace poco un folleto de Makro ofreciéndome estos originales disfraces para que pueda sentirme más integrado en esta fiesta de tan hondas raíces españolas. Las fotografías de todas estas zarrapastrosas vestimentas incluyen como ventajosa característica que resulta posible ver, respirar y beber sin necesidad de quitarse la capucha.
Fíjate, igual que los terroristas anunciando este nuevo episodio de su hoja de ruta que tanto ha complacido a Rubalcaba y a Rajoy. Los terroristas han vencido una vez más y nuestro Estado de Derecho ha puesto de manifiesto que en España se pueden lograr objetivos usando esta clase de violencia. No han anunciado su disolución, no han entregado las armas y no piensan en el perdón porque –si fuera el caso– junto con las armas deberían haber entregado los capuchones declarando a cara descubierta. Este alto el fuego es una estratagema más –siempre que escribo sobre estas tretas expreso mi deseo de estar equivocado– y ya verán lo que sucede después de las elecciones en la primera ocasión que el nuevo Gobierno no vuelva a doblegarse a los intereses de la banda, que debe terminar derrotada y no victoriosa.

Seguro que ninguno de los queridos lectores sería capaz de sentarse en una mesa de diálogo donde los asesinos de su hijo mantienen el dedo sobre el gatillo del arma criminal. Seguro que muchos de ustedes –maldita sea– negociarían en este mismo escenario en el caso de que el asesinado fuese mi hijo. Pues esto es lo que se empeñan en hacer con fines electoralistas los nefastos políticos que nos gobiernan y los que pretenden gobernarnos, actuando al alimón en estas penosas circunstancias.
Quien quiera la paz que lo demuestre a cara descubierta, entregando las armas y colaborando con la Justicia. A partir de aquí, si debe haber una amnistía que la haya con el consenso de todos y si las víctimas tienen que ceder, que cedan en aras de la concordia general.

Pero mientras permanezcan armados y sin garantías de disolución, mientras queden más de trescientos crímenes sin aclarar y en tanto en cuanto se mantengan encapuchados, no debería el Gobierno dar crédito con tanta facilidad a lo que digan los terroristas y perdonando a quienes no piden perdón al mismo tiempo que careciendo de piedad –por ejemplo– para los que combatieron en uno de los bandos de la guerra. Barra libre para los primeros y dotación presupuestaria para resarcir la memoria de una sola de las partes que intervinieron en la contienda fratricida.

Sólo sin capuchones y sin pistolas se puede ver, respirar y beber en paz. Esto que nos han impuesto no es la paz. Solamente hemos capitulado hasta que se vuelvan a sentir contrariados. ¡Feliz día de los encapuchados!

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