Vida de perros

Vergüenzas al aire

¿Por dónde empezar? ¡Ah, sí! Sábado por la mañana. En casa. A don Salvador y a mi nos apetecieron unos minutos de sofá antes del paseo previo a la comida del sábado. Encendimos el televisor y saltamos de cadena en cadena deteniéndonos unos minutos allí donde se despertaba nuestro interés o nuestra curiosidad. Y… ¿cuándo ocurrió? ¡Ah, sí! Habíamos dejado La 1, y nos habíamos quedado unos minutos intrigados con un reportaje del programa Agrosfera, una de las muestras de versatilidad que exhibe La 2. Entonces cambiamos de canal. La tres, la cuatro, la cinco, la seis, la nueve, el Punt Dos hasta llegar a la Intercomarcal.
Esta vez en la ruleta de poblaciones la flecha apuntaba a Villena: “Villena, casco histórico” anunciaba el título superpuesto en la zona superior de la imagen. Efectivamente, en nuestra pantalla fueron apareciendo una larga serie de fotografías realizadas en el casco histórico de nuestra ciudad. El caso es que tras esperar varios minutos más dedicados a la localización de cada vista que a la admiración de la calidad artística de las imágenes presentadas, constatamos nuestro funesto presentimiento. Toda aquella visita al casco antiguo que la Intercomarcal estaba emitiendo en más de treinta kilómetros a la redonda consistía en un álbum de fotografías que mostraban la peor cara de nuestra ciudad. Puertas tabicadas, muros derribados, cables eléctricos descolgados, escombros amontonados, basura, antenas rotas, pavimento levantado…, cualquier desperfecto, cualquier incidencia disonante con el bello desarrollo urbanístico propio de la sociedad del bienestar parecía haber sido inspiradora para esta mente creativa.

El botón de muestra bastó para encender nuestra indignación, así que no vimos más. No podemos asegurar que fuera la Intercomarcal quien firmaba semejante producto, ni podemos asegurar que a dicho río de de tendenciosas imágenes no siguieran otras que mostraran los monumentos y las bellas particularidades del enclave (algo que tampoco sé si hubiera sido apropiado). No vimos más. Salimos de casa. Durante nuestro paseo no pude evitar recordar el incidente que vivimos a causa del cartel que la Asociación de Vecinos del Rabal colocó a la salida de nuestra ciudad. Sobre aquello expresé mi apoyo al gesto de la asociación como medida de fuerza –que afortunadamente va teniendo respuesta–; pero también, y seguro de no entrar en contradicciones, aprobé la decisión de retirar el cartel, puesto que entendidas y atendidas las razones no veía necesario el escarnio público. Pero ahora, al ver esto, sin más explicación que la que da el cartelito (Villena casco histórico), no puedo sentir más que cierto rubor al experimentar la exhibición de “nuestras vergüenzas” ante las ciudades vecinas. Aún así, llegada la noche del domingo, casi hubiera dejado pasar el comentario si no hubiera vuelto a encontrármelo al zapear poco antes del prime time.

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