El Volapié

Villenenses y villenensas

Desde la ciudad taurina sólo el día 7, en tierras del Mediterráneo, saludo con afecto y complicidad a todos los festeros que aspiran a lograr la felicidad en la representación de nuestras Fiestas, que ahora los sabios llaman la Fiesta.
Cuando desde una columna que apenas goza de medio centenar de visitas semanales –excepto cuando se tratan asuntos del hematocrito taurino– pero desde donde día a día se realiza una gestión que trata de transformar la realidad más próxima, vemos necesario el eco en que las instituciones superiores refuercen y apoyen las iniciativas que a favor de la gente y del territorio desarrollamos.

Es la primera vez desde que comencé a escribiros desde aquí, que me dirijo a todos vosotros y lo hago con mis mejores deseos, para que estas Fiestas sean las más propicias y felices. Os ruego que aportéis vuestro granito de arena, para que resulten con la brillantez que todos deseamos, ya que lo sabemos hacer.

En tiempos de ruina económica no podemos conformarnos con cortinas de humo que pretenden olvidar el origen de los problemas actuales: la especulación, el expolio de recursos y la crisis ecológica. Debemos, al contrario, situar en el centro los problemas de la ecología y la equidad y apostar por un partido transformador que grita alto y claro que solo se podrá salir de la crisis con soluciones ecológicas y equitativas.

Nuestra ciudad es gestionada proponiendo actuaciones que favorezcan la democracia de base, la participación ciudadana, la eficiencia energética, la agricultura ecológica, la movilidad sostenible y el empleo decente. Esto nos lleva a resistir ante el neoconservadurismo de partidos tradicionales o ante excusas patrióticas ya que las crisis ecológicas, sociales, económicas y migratorias no conocen ninguna frontera y se burlan de cualquier enfoque puramente nacional.

Las Fiestas de Villena necesitan una reestructuración, no nos equivoquemos. Serían factibles unos estatutos acoplados a las necesidades y derechos actuales que todos tenemos en estos momentos. Unas ordenanzas de régimen interior, regulando socios, arcabuceros, niños, carrozas, etc. Todo ello, claro está, respetando algunas tradiciones. Y digo algunas porque Villena ya no es la población de hace cincuenta años. Por estos motivos y otros muchos, debemos aportar nuevas ideas y soluciones, y dejemos de lado antiguas razones. Porque la Fiesta es de todos.

Que cada vecino y vecina pueda realizar su proyecto respetando el entorno lleva a extender el concepto de solidaridad, más allá de los marcos nacionales, y a construir un modelo productivo y de consumo compatible con los límites ecológicos del planeta, capaz de generar buen vivir en el Norte y en el Sur, para las generaciones presentes y futuras. Rebelarse contra el expolio de la naturaleza, contra la injusticia, contra las imposiciones y contra la falta de democracia real es elegir la mejor opción.

Aprovecho estas líneas para felicitar y resaltar la gran labor que están realizando los Sres. que se ocupan de esta gran publicación, para que cada vez tenga más éxito y llegue a todos los festeros.

Animus jocandi, nada más: Día 4 que me fuera...

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